Pequeñas batallas

Hoy fui al tele-cajero para intentar obtener algo de efectivo. Tenía entendido que estaban dando doscientos mil por tarjeta. Me llevé la tarjeta de mi esposa y la de mi hijo.

Hoy en el banco [+zoom]

Nosotros, en estos tiempos, todo lo pagamos con dinero electrónico: puntos de venta, pago móvil, transferencias... Siempre huimos de las operaciones que requieren efectivo, pues resulta costoso conseguirlo.

Pero existen algunos pagos de los que no podemos huir, pagos que de forma obligatoria deben ser hechos en efectivo, como el transporte en los autobuses. He dejado de ir a casa de mis padres, pues la cantidad de efectivo que demanda ese trayecto supera lo que estoy dispuesto a invertir. Vale decir que el efectivo es algo costoso. La última vez que visité a mis padres lo hice en bicicleta, aunque ellos viven a 12 kilómetros. Por suerte mis piernas son buenas para pedalear.

El problema del efectivo ya tiene bastante tiempo. En su momento, nos vimos en serios aprietos para mantener a nuestros hijos en el colegio, había que estar todos los días en el banco, pues daban muy poco efectivo. Casi podríamos decir que la cuarentena les salvó el año.

Hoy mi esposa me pidió que fuera al banco a buscar algo de efectivo para poder moverse en el transporte, ir a la iglesia, etc. En la cola del cajero me enteré que la máquina sólo estaba dispensando cien mil por tarjeta, en una denominación muy baja, billetes de quinientos. Se podían hacer retiros máximos de veinte mil, así que cada persona en la cola hacía un mínimo de cinco operaciones para lograr retirar su límite de cien mil.

Dentro del banco no estaban dando efectivo, todos debían dirigirse al tele-cajero. Yo llevaba tres tarjetas, varias personas tuvieron la misma idea. En cinco sesiones, saqué cien mil con mi tarjeta, pero la tarjeta de mi esposa falló. Hice varios intentos sin éxito. Me coloqué, de nuevo, al final de la cola, para no irrespetar más el tiempo de la gente. Al final logré sacar otros cien mil con la tarjeta de mi hijo. Ese efectivo tratamos de estirarlo viajando en autobuses que cobran menos, como el BTR. Ése es nuestro día a día, así son nuestras pequeñas batallas diarias, nada que no se pueda enfrentar con buen humor y una buena dosis del estoicismo de Don Ramón en "El chavo del ocho".

El niño de la foto casi se trepó en el telecajero, el propio monito. La mamá tuvo que agarrarlo y darle la teta para que se quedara tranquilo. Le pedí permiso para tomarle una foto mientras le daba la teta, pero no quiso...

Si tu problema tiene solución, ¿por qué te afliges?
[Ver Fuente]

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Créditos del texto e imágenes: Amaponian Visitor (@amaponian)
(otras imágenes acrediadas a pie de foto)