Verdades encubiertas

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El desván es un espacio para sentarse a leer mis historias, poemas, reflexiones y otras manifestaciones literarias, donde la realidad y la ficción se entrelazan dándole a la vida esa magia de lo indecible. Un lugar para soñar, reír, llorar, transportarnos a mundos, cercanos y lejanos, embarcados en la nave más rápida que se haya inventado: la imaginación.

Verdades encubiertas


 

En las calles, una agitación fuera de lo común mantiene en vilo a muchos.

Hay un cierto grado de represión en el ambiente, los gobiernos locales y nacionales parecen haberse conjurado para hacer del dantesco espectáculo algo insignificante y los cuerpos de seguridad resguardan como perros Doberman el sector, confiscando prácticamente el derecho del libre acceso de todos.

Desde el balcón, Tomás, en una alusión directa a hombres y petróleo, ve como las hormigas con sus cascos de aluminio van comiéndose el negro de la orilla.

Se ha quedado en casa, en un auto exilio impuesto para que no le localicen, desconectando su teléfono, apagando el celular y dando instrucciones al conserje para que diga a las visitas que no se encuentra, todo, ante los reclamos de su esposa.

Sabe, por experiencia, que el brazo de la ley en el país es de goma ante hechos como este, cuando se encuentran involucradas corporaciones, políticos o personajes de peso en el ámbito económico o político.

Que no existen maneras de llegar al fondo, cuando las responsabilidades están tan bien definidas y encubiertas.

Tiene un master en estas cuestiones, por lo vivido anteriormente.

Nadie aceptará que cuando los métodos de recolección, contención y dispersión sean insuficientes, el crudo que en la superficie impide el paso del oxigeno a la flora marina y contamina el fitoplancton, será enviado al fondo por métodos proscritos y terminará también afectando la fauna bentonita que habita en las profundidades.

La campaña de información será poca o nada, aunque los daños del derrame son extraordinarios, si acaso algún biólogo marino saldrá explicando, aprovechando el momento, que los peces expuestos, producto del derrame, terminarán presentando derrames branquiales, daños hepáticos y renales, así como lesiones en el sistema óptico que los conllevará a la ceguera, que las aves pierden su impermeabilización al contacto del crudo, que los moluscos y mariscos sucumben y su consumo, en esas condiciones puede ser letal para el hombre, que la fotosíntesis de las algas sufre, y que la cadena alimenticia, al consumir los propios animales alimentos contaminados, termina afectando a muchos, incluso a individuos que no se encuentran cerca.

Habrá muchas cosas por decir que terminarán callándose.

No existirán maneras de probarlo y las acusaciones serán inútiles.

Así que es mejor ser espectador porque el protagonismo termina convirtiéndolo en persona no grata y no quiere malgastar el tiempo que le queda en pueriles enfrentamientos con decisiones ya establecidas.

  De mi cuento “El derrame”

Reseñado por @joseph1956 para



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