Clara era una joven muy alegre, entusiasta y animada. Querida por todos los que la rodeaban. Vivía en una amena casa con sus padres y hermanos, y en una comunidad muy unida donde todos eran como una gran familia.

Estudiaba en la universidad teatro y danza. Siendo su gran anhelo, dar clases de baile a niñas y protagonizar grandes obras de teatro, así que se esforzaba mucho en sus estudios a los cuales les dedicaba todo su tiempo e interés. Pero nadie sabía lo que estaba por suceder. La vida de Clara dio un giro impactante de la noche a la mañana.

Una noche como cualquier otra, Clara se despidió de su familia y se retiró a su habitación para estudiar un rato antes de dormir. Se disponía a acostarse, pero antes, como todas las noches, se sentó frente al espejo de su peinadora y comenzó a cepillar su cabello y algo muy raro ocurrió. Clara quedo como hipnotizada viéndose en el espejo, y cuando volvió en sí, ya había amanecido y ella no recordaba nada. Se sorprendió de estar allí y no recordar cuando se acostó ni cuándo se levantó, entonces siguió su rutina diaria como si nada.

Así continúo pasando, repetidas veces. Hasta que un día su madre decidió entrar en la habitación a preguntarle sobre el desayuno. Cuando abrió la puerta del cuarto muchacha estaba en trance frente al espejo. Su madre comenzó a llamarla a gritos y la sacudía hasta que Clara reaccionó.

Esa noche mientras sus padres hacían guardia frente a la habitación de Clara ella nuevamente entró en trance frente al espejo. Desesperados la levantaron para llevarla a su cama e inmediatamente que se levantaba reaccionaba como si nada. A la mañana siguiente decidieron sacar el espejo de la habitación y de la casa, pensando que esa sería la solución.

Una noche Clara tuvo que quedarse sola para una práctica de baile. Se miró en el gran espejo del salón de danza. Fue la última vez que se supo de ella.