Siendo una niña pequeña, cuando en mi pueblo no había llegado la luz eléctrica y todavía la gente prendía lámpara de gasoil y querosén para alumbrarse, en la plaza del pueblo a partir de las seis había un señor al que llamaban “El Sereno”. Andaba con un avara larga que en la punta se prendía una llama. Iba encendiendo las lámparas de la plaza y de la calle cercana en medio de la plaza. Cada media hora, El Sereno tocaba una campana y gritaba: “Las seis y media y todo sereno.”

Durante esos días, finalizando la primavera para la fiesta de la Señora del Carmen, patrona de los marineros, era tradición que para esta fecha llegase un buque mercante para acompañar a la celebración.

En esta ocasión, el buque se adelantó quince días. Enseguida hubo alboroto en el pueblo y las mujeres estaban contentísimas; las casamenteras haciéndose ilusiones, y las viudas pensando que algo les iba a tocar.

Esa tarde mis tías me llevaron a la plaza; había bambalinas de colores, algodón de azúcar, cotufas, raspados, entre otros. Todo era una fiesta, todos cantaban, gritaban y hablaban.

A los tres días de la llegada de los marineros comenzó a salir una bruja y un vampiro. Todavía lo recuerdo porque me dio un dolor de estómago que me duró tres días de tanto comer algodón de azúcar y mi abuelita me dio a tomar un purgante.

Algunas muchachas amanecían con morados y mordiscos en las piernas, brazos y cuello. La gente andaba asustadísima. Recogían ramas de piñón y ajo, y las colgaban de puertas, ventanas y empalizadas de las casas.

El Sereno estaba asustado, el terror se le veía reflejado en el rostro. El Juez tuvo que contratar dos muchachos fuertes con garrote para que lo acompañaran a prender las lámparas y a dar la hora.

El loco del pueblo decía: “Cuando en este pueblo comienza a salir el vampiro más de una queda preñá”. Le contestaba el Juez del pueblo. “Cállese la jeta, que de que vuelan, vuelan”. Pasaron los días, el terror seguía en el pueblo, en los hogares y entre mujeres. En el mercado, en la iglesia y en la plaza los cuentos eran aterradores.

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En mi casa vivíamos mi abuelo y mi abuela, mi papá y tres tías casamenteras. Unos días antes de la fiesta de la Señora del Carmen, estábamos almorzando en la mesa y mi papá se pone a hablar sobre los comentarios en la calle, sobre lo que se decía y hablaba en el muelle acerca de los vampiros y brujas.

Mi abuelito se levantó y se quitó la correa, muy serio se acercó a mis tres tías, y les dijo: “Miren mis hijas. Si aquí en esta casa llega el vampiro, las voy a caer a correazos y a palo a las tres. La tía Rosita, que era la más habladora le contestó al abuelo: “¿Nosotras que tenemos que ver con el vampiro?”.

Puso la correa en la mesa y dijo esa ahí se quedaba. Le contestó a mi tía Rosita: “Usted sabrá, yo no soy ningún pendejo”.

Llegó el día de la despedida. El muelle parecía un cementerio. Por todos lados había llanto y ataques de histeria.

El capitán del barco tuvo que contratar a un cocinero, un marino y un fogonero porque los otros se negaron a irse del pueblo.

Al final pasaron las semanas y el loco tenía razón. Quedaron cinco preñadas. Más nunca aparecieron los vampiros y las brujas.

Les cuento que solo quedó un vampiro en el pueblo. El cocinero del barco era el murciélago de mi tía Rosita. Mi abuelo lo puso a trabajar en la panadería, a cocinar y a cargar leña.

Mi tío, el Vampiro, me contaba historias de sirenas y piratas.

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Después de mucho tiempo les traigo una sección de mi blog con la cual inicié en la Blockchain, y que tenía olvidada. La desempolvé para ustedes, se llama “Me lo contó mi Madre”. Espero les guste.

“Vampiro vampiro, te chupo el vampiro...”

(Los Corraleros de Majagual)

Me despido.

Usa el tapabocas, por ti, por tu familia,

por mí y por la Humanidad.

El banner lo realice en CANVA con una imagen de mi propiedad. Todas las imágenes son de pixabay, la primera imagen del vampiro con la vela es de pixabay:

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