—Y entonces sabrás que mi corazón
Jamás te deseó el mal.
Contrario a eso
E independientemente de lo que
Has llegado a pensar,
Quiso mi corazón regalarte amor propio.
Sin embargo, ¡tú!
¡Tú te has empecinado en ser escoria!
Arrastrándote hacia la inmundicia
De las cloacas,
A lo más bajo y vil de la humanidad;
Allí, donde solo habitan las ratas
Y resuena el gemir de los afligidos.
"Huiré del juicio del hombre"
Dices para ti; por cuanto nadie
Conoce tus secretos.
De tus maquinaciones no hay testigo;
No hay quien revele tus pecados.
Porque los ojos del mundo son ciegos;
Ven lo que tú quieres que vean y en ello
Se regocijan. Mas,
¡Ay de ti, si se descubre tu falsa!
Que tu nombre es
Lujuria, avaricia y egoísmo;
Que tus pensamientos
Y deseos retorcidos son.
Entonces arrojarán ellos sin piedad
Sus piedras y su desprecio sobre ti
Hasta llevarte a la fosa,
Aquella misma que será tu sepulcro.
Oh, corazón de nazi,
Ruego por tu redención;
Porque el juicio del hombre es malo.
Aleja ahora tus pensamientos
Y tus pies del mal y líbrate, ¡Huye!
Porque aún hay tiempo.
O sigue entonces tu oscuro sendero
Y sacia tus desagradables deseos en las
Cancerígenas cloacas de la humanidad
Hasta morir.
Y será tu final, inclusive, un amable
Gesto para el mundo.