La curiosidad mató al gato ¿Y qué estaba buscando el gato?
(Edited)
La historia de gato navaja
Era el más fuerte de la zona. No había en la cuadra quién se atreviese a mirarle sino estaba de buenas. Corpulento y peludo macho alfa, como la mezcla de un catire y un rallado, gordo y de mirada altanera. Creció en las calles de la pastora –Esto porque no le gustaba mucho la comida que le daban en su casa- Custodio, era su nombre y le decían gato navaja. Se rumora por ahí que si te arañaba, era capaz de abrirte casi como el filo de una navaja si lo hacías molestar.
Por las noches le gustaba brincar de techo en techo organizando peleas clandestinas entre callejeros. Actividad que le propinó unos cuantos enemigos en el camino, ya que muchos domésticos no confiaban en sus métodos de administración en apuestas y muchas peleas eran arreglos por conveniencias del mejor postor. Sin embargo, el gato bribón siempre lograba salirse con la suya y mantener el control de toda la calle y algunas adyacencias. No era de comer cuentos ni mucho menos gatarina. Hacía mucho tiempo que había probado el néctar de la sangre en la carne cruda gracias a Karen, hija de la vecina, que estaba iniciando en un misterioso culto y dejó de comer carne en secreto de su familia. Era vegetariana encubierta, por esta razón fingía comer carne y diariamente Custodio iba hasta su balcón para limpiar el plato de comida que ella le dejaba con la proteína animal que no se comía. A cambio le dejaba de vez en cuando un pajarito recién cazado en su balcón, como muestra de agradecimiento y porque la consideraba un poco inútil. Nunca tenía carne fresca. Custodio no era el hijo de gato que cazaba ratones, ni hablar de las ratas, les tenía fobia. La única pelea callejera que perdió en su vida fue con una rata. Bien dicen por ahí que rata de cloaca no le teme a felino. Nunca lo superó. Guardaba el secreto para evitar la deshonra y mantenía distancia de cualquier alcantarilla.
Era un gato insaciable, nunca era suficiente comida para el vacío que sentía por dentro, entonces se metía para otras casas en búsqueda de más. Fue así como conoció al viejo de la casa blanca, desconocía su nombre y no eran precisamente los mejores amigos. Este señor era muy cauteloso y solitario, por lo que el tan afamado y escandaloso gato navaja no era santo de su devoción. Mucho menos si todas las noches entraba sin permiso a su casa, robaba su comida y se apareaba con su gata por largas horas sin dejarlo dormir. Por esta razón lo esperaba en las noches para atacarlo con agua y dejarle claro que en su casa solo mandaba él. No iba a permitir que ningún gato estirado con ínfulas de autócrata hiciera lo que le diera la gana en su propiedad. Además de no considerarlo digno de su gata. Ramona, era toda una belleza atípica, como la mezcla entre un siamés y un bobtail americano. Aunque ya estaba esterilizada, aquel viejo de la casa blanca la cuidaba con tal precaución como si fuera una gatita de porcelana. Pero a veces era también una codiciosa ladronzuela. Así fue como Custodio la conoció. Era capaz de correr cualquier riesgo por ella desde entonces. La visitaba cada noche sin importar que el viejo lo estuviera esperando también. Pero él era un gato demasiado autoritario para una gata de libre albedrío como Ramona, a quién solo le gustaba la cercanía de otros por raticos. Su visita diaria comenzaba a ser tediosa, entonces ya no era coitos lo que se escuchaba en el techo por estos gatos, sino peleas territoriales, custodio ya no era bienvenido y así lo dejó… solo por un tiempo. Hasta que un día en uno de esos encuentros clandestinos en los que se involucraba, las cosas no resultaron bien y este tuvo que salir huyendo al único lugar donde sabía perfectamente que nadie lo buscaría.
El viejo de la casa blanca había puesto varias trampas por los alrededores por si acaso algún gato intruso intentaba meterse, este lo escucharía inmediatamente. Sin embargo él había entrado tantas veces con Ramona que no había trampa que no conociera. Ahí estaría seguro por lo menos mientras ramona no se percatara de su presencia. Y entonces ocurrió algo inesperado, por primera vez desde que visitaba esa casa la encontró completamente sola. Ni siquiera sentía la presencia de Ramona en ninguna parte. Se recostó un rato mientras no llegaba nadie, era un gato muy ágil, podía escuchar hasta el mínimo ruido por si llegaba el viejo o la gata, así que decidió dormir un poco. Para su sorpresa, después de haber dormido un buen rato la casa aún estaba sola. Nunca había pasado antes, ¿Dónde estaba Ramona? Esto parecía ser algo positivo tomando en cuenta la situación en la que se encontraba, sin embargo todo era muy extraño. La incertidumbre de no saber si estaba bien quedarse ahí no le permitía estar tranquilo. Además, tenía hambre y la casa de Karen estaba muy cerca del peligro a esas horas. Mínimo debía esperar que amaneciera y hubiera movimiento de la gente en la calle para poder llegar, así que fue hasta la cocina a ver si conseguía algo de comer y para su sorpresa el plato de Ramona todavía tenía comida. ¿Cómo podía ser todo tan perfecto? tenía demasiado tiempo lidiando con el estruendo de las calles como para relajarse en un espacio tan tranquilo. Más sabía el gato por viejo que por gato. Y ahí estaban viéndolo desde un rincón aquellos ojos que no reflejaban temor absoluto de su presencia. Los mismos dientes de roedor que lo perturbaban desde que era muy pequeño y la razón por la que más nunca cruzó una alcantarilla. Aquel reencuentro que resultaba fortuito para uno y desafortunado para otro. Después de ese día, del gato Custodio no se supo que pasó. Unos dicen haberlo visto moribundo por ahí, otros que regresó a su vieja casa con la señora que lo cuidaba para no salir más. Tres días después, el viejo llegó para limpiar detalladamente cada rincón de la casa y volvió a salir. Horas más tarde se le vio regresar con un kener dónde venía con Ramona. Había fumigado toda la casa y por seguridad y el resguardo de Ramona estuvo fuera por varios días.
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