Orgasmo

Ella llevaba el control de la fuerza, él el del ritmo. Ya se conocían. Su miembro le encajaba a la perfección. Y ella le recibía con gusto y satisfacción.

Comenzó a acelerar la velocidad, y ella bajaba y subía con movimientos más cortos y fuertes. Le rodeaba la cabeza con sus brazos y la cara de él descansaba en su pecho. No existía más, no valía más, no importaba más que aquello que sentían por vez primera en sus vidas.

Fue disminuyendo la fuerza, y ahora no era arriba-abajo… si no adelante y atrás. Sus contorsiones parecían las de una serpiente, y cuando su pecho estaba más cerca de su cara, sus caderas se alejaban más de él. Siempre en contacto.

El disfrutaba de aquello. Y jamás imaginó que pudiera moverse de esa manera. Ella pasó sus brazos por encima de su cuello, posando las manos en su nuca y comenzó a arañarlo profunda y lentamente. Estaba próxima al orgasmo.

Él solo esperaba una señal para desatarse, y fue esa. Así como estaban, la tomó fuerte de las caderas y la tumbó de espaldas. Todo su cuerpo sobre ella. Empujándola con todo su ser. Era de bestias. Sus pechos y su cara se movían al ritmo de las embestidas que le propinaba.

Se reían. Eran felices. Comenzaron a jadear. Comenzó a besarla con desesperación y ella se abrazó a su cuerpo con brazos y piernas, mientras él sostenía dentro de sí la que parecía ser el final donde se le iría la vida. La sentía. La tenía… al fin la tenía. La amaba. Lo amaba.

-Vente amor… -le susurró en un gemido al oído- acaba mi vida.

-Contigo mami… contigo.

Ralentizó el ritmo, haciendo lentas las penetraciones y con fuerza al final de éstas. Cada embestida final, la estremecía. La sintió venirse. Su cuerpo se convirtió en una forma convexa, donde la cabeza y la pelvis se enterraban en el colchón, mientras toda la columna se elevaba hacia su cielo.

Pasó sus manos por debajo de ese arco, y afincó su cadera en la de ella… era la primera vez que se venía dentro de una mujer… desde hacía mucho tiempo