Libres en la cama

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-Métete en mí…. Lo deseo. - le buscó la barbilla para alcanzarle la boca, y lo besó.

Ella le esperaba sobre su cuerpo. Pero él sabía bien lo que hacía. Se acostó boca arriba y la trajo lentamente hacía sí. Se dejó hacer, y a horcajadas se subió a sus piernas. Sonreían.

Aquello tenía tiempo de espera detrás. Fue deslizándose hacia el miembro ya tintado al vino de la excitación. Disfrutaron el tacto, lo disfrutaron tanto como los sentidos se lo permitieron. De a poco fue más cerca, cuando no quedó otra cosa. No pasó nada entre sentirse y mojarle; los jugos en ella abundaban; mucho más con aquel preludio.

Le disfrutaba. Ella era libre…. De todas las formas conocidas. Al humedecerlo por completo, levantó su cadera lo suficiente para dejarla erguirse nuevamente, y lo hizo sola sin ayuda de ninguna mano.

Y habiéndole ya conocido el camino, comenzó a adentrarse en el sitio, del cual no volvería a salir en mucho tiempo. La penetró, la penetró despacio, y cuando estaba a punto entrar por completo, lo hizo de un envión, arrancándole de las entrañas el primer orgasmo.

Ella temblaba deliciosamente, nada temía, probaba y hacía probar. Se calmó y al tiempo comenzó a moverse a su ritmo, en realidad, dejó de pensar en aquel a quien tenía, estaba en otra parte.

Pero lo disfrutaba. Siempre detuvo cualquier intento que él hiciera para hablar. Le ponía las manos, los dedos, las tetas en la boca, con tal de que no emitiera palabra alguna.

Ya al tiempo… el hacía el intento de hablar, solo para probarle la parte de su cuerpo con la que le callaría. Saltaba sobre su pene a su antojo.

A veces solo se quedaba sobre ella, y comenzaba a succionarla con los músculos internos de su vagina. Aquello arrancaba a él verdaderos gritos de placer; trataba de controlarlos, pero le era imposible.

Ella con poca edad, era tan diestra como él. Se tuvieron así lo que quedaba de madrugada. De formas que él desconocía, de formas que ella amaba. No hubo postura preferida. Todas les fueron placenteras.

Ya al final cuando casi amanecía, cuando los cuerpos pedían un poco de descanso, le pidió que buscara una botella de vino que estaba junto a la vitrina y copas de la cocina.

Él salió de la cama con pesar; no quería abandonar aquella plenitud, pero la sed era más poderosa. Se acercó a la vitrina cuidando no tropezarla de nuevo. Allí se dio cuenta lo que contenían las cajas: alfiles, de todos los tamaños, formas y materiales.

Tomó la botella, las copas sobre la mesada de la cocina y siguió hacia el cuarto. Ella seguía en la misma posición, recostando su torso del espaldar de la cama, las piernas extendidas y cruzadas.

Buscaba el bolso y recordó que lo había dejado en la entrada. Salió a buscarlo al tiempo que él entraba de nuevo. Se rozaron en el portal.

-Voy por mi bolso -dijo ella

-Puedes irte al fin del mundo… -la tomó con la mano de la botella, apretó de su cintura fuertemente, la besó con pasión- pero tienes que regresar. -le guiñó un ojo, dejándola ir. Quedándose solo por un instante en el cuarto, comenzó a detallarlo. Allí todo parecía hecho a mano. Pocas cosas eran de manufactura. Las lámparas, bombillas y apagadores; ese tipo de cosas parecían de fábrica…. El resto… todo era construido.

Se percató de que en el closet había ropa de hombre, más o menos de su talla, pero con estilo un poco más juvenil. No preguntó.

Ella apareció mientras él seguía mirando el closets.

-Eran de quien me enseñó a volar. -dijo seria.

-No estaba preguntando. -le respondió.

-Pero, quieres saber ¿verdad?

-Pues sí, no te lo niego. ¿Quién pudo estar a tu lado e irse? ¿Quién pudo tenerte y compartir contigo… para luego dejarte? -se sentó en la cama, abrió la botella y llenó las dos copas, ofreciéndole una.

En la cama, ambos eran libres de ataduras pasadas, presentes y futuras.



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(Edited)

Impúdico, de un erotismo muy visible, tu relato nos afronta con situaciones corporales y emotivas que nuestra subjetividad puede recrear en el imaginario de un amor sin tapujos. Felicito que te atrevas a presentarlo en esta plataforma, como lo hizo la mejor literatura erótica de todos los tiempos, de Safo a Anaís Nin. Saludos, @silviathomson.

Por aquí pasó El Comentador y valoró este comentario. ¡Gracias por tu compromiso con Hive!

@josemalaven


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