La Fiesta | La Infancia de Aquiles | RELATO 📕

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Era el cumpleaños de mi abuelo. Mi tía me esperaba con la ropa limpia y planchada, doblada y puesta sobre la cama. Nos fuimos juntos, todos en la camioneta de mi tío Guillo. Atrás nos montamos y nos sentamos encima de gaveras con cervezas.
ꟷ¿Qué le pasó en el brazo tío?
pregunté sorprendido, comprendiendo el por qué hacía mucho tiempo que no lo veía, y el por qué no conducía él mismo su camioneta. Tío Guillo era albañil, siempre venia en su camioneta a darnos un paseo, a veces nos llevaba al río y nos asustaba con cuentos de que en el río aparecía caimanes y pirañas, entonces nosotros nos quedábamos en la orilla por miedo a que nos saliera algo. Después nos compraba maltas, pepitos, y nos llevaba a pasear por todo el pueblo.
ꟷOcurrió un accidente hijo.
respondió, y evadiendo el tema preguntó por mi mamá. Destaparon las cervezas, la de mi tío Guillo se la destaparon, porque él ya no podía, su brazo izquierdo, que ahora le llegaba hasta el codo, estaba cubierta de vendas blancas, y en el nudo que se formó en su codo se le notaban algunas manchas de un color marrón. Dejé de mirarlo, y miré las calles con sus aceras que sostenían sillas de mimbres; tal vez esas que abuelo hacía y vendía. Observé la única plaza del pueblo donde la gente paseaba a sus perros, algunos trotaban y hacían ejercicios. La camioneta se detuvo en una esquina de la plaza, enfrente de una casa con paredes pintadas de un color amarillo. No duramos mucho tiempo, de esa casa salieron dos hombres que traían cajas con cervezas, y detrás una señora quien se había sorprendido por mi crecimiento después de haberme visto recién nacido.


La señora explicó por qué que no podía ir a la fiesta y anunció la venida de una nueva feria que se aproximaba a finales de mes. Señaló hacia la puerta y nos presentó a su única sobrina quien se había asomado. Al percibir nuestras miradas se intimidó y se ocultó detrás de la puerta. El carro arrancó, y seguido llegamos a donde abuelo. Noté a maría en el patio sacando las sillas, la mesa con un mantel blanco, sacar la parrillera, limpiar las hojas y adentrarse al fondo del patio. Abracé a mi abuelo que yacía sentado en frente de su casa, con el tabaco en la mano y una cerveza en la otra. Entré, mi abuela en la cocina preparaba el cochino que mataron.
ꟷhijo, te perdiste el show de esta mañana.
Agradecí no haber estado, y observé la sangre en el patio que María limpiaba. Machetes y palos manchados de sangre posaban cerca del estanque.

Un carro llegó y se bajaron personas, con botellas de licor en sus manos.
ꟷ¡llegó la catirrucia!
escuché, y abriéndose paso entre la multitud apareció mamá con una maleta grande. Corrí, la abracé y ella me alzó.
ꟷpapi, te traje una sorpresa.
caminó hacia donde estaba abuelo y lo abrazó, entregándole bolsas de regalos que él abrió; eran bermudas y camisas de vestir al estilo que él solía usar.

Destapó un paquete donde encontró variedades de tabacos y sonrió. Sacó de una bolsa un sombrero de paja. Se colocó el sombrero, le dio una calada al tabaco y se levantó a lucirla, todos lo observaban y comentaban acerca del sombrero y de cómo le lucia. Mamá y yo entramos en la habitación. Sacó de la maleta ropa para ponerme, zapatos, pantalones y camisas que olían a nuevo. En una bolsa guardó ropa nueva para mis primos; en otras, sandalias y zapatos para mis tías. Luego sacó una caja. ꟷábrelaꟷ me dijo. Y al abrirla descubrí una pistola de juguete, y otras más para mis primos.

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Emocionado me fui a bañar y me vestí con la ropa nueva frente al espejo; me sentí incomodo y deseé colocarme la otra. ꟷ¡eso, pero que bonito!ꟷme decían mis tías, un pellizquito en el cachete y yo sonreía a gusto. La fiesta comenzó. Bueno, ya había comenzado, pero para los adultos comenzó después de partir la torta. Nosotros los niños jugábamos al policía y ladrón. A mí me tocó capturar a los ladrones y rescatar a las rehenes, quienes eran mis primas, y también Daniel que se ofreció a ser una de ellas. Comencé dentro de la casa de mi abuelo; me inclinaba sobre las columnas como lo hacían en las películas, rodaba por el piso, apuntaba y creyéndome todo un detective entraba en las habitaciones dando una patada.


Miré hacia el patio bordeado de una inmensa oscuridad y me acerqué. Me detuve en silencio como cuando lo hacía en el monte, y prestándole atención al silencio que opacaba el eco musical de la fiesta, escuché unos sollozos. Apunté a la densa oscuridad de donde venia el sonido, bajé la pistola con los brazos extendidos a la altura de mi costilla y caminé pausadamente. ꟷ¿quién anda ahí? ꟷpregunté, adentrándome un poco más, pero el silencio no tuvo respuestas.

Cuando mis ojos se adaptaron en la oscuridad identifiqué una silla, sentada en ella estaba María, bajo el árbol de níspero. Me acerqué más y noté que lloraba, en su mano derecha un leve temblor se hacía notar. Me indicó que me acercara, lo hice con una curiosidad que me causó miedo. Me tomó de la mano y la palpé fría, sus labios estaban bordeados de saliva o tal vez de lágrimas.
ꟷtu, tu, tu…
tartamudeaba, tratando de decirme algo. Fue la primera vez que la tuve tan cerca, la primera vez que la escuché hablar, y quién sabe si la primera vez que habló con alguien. Sus primeras palabras fueron:
ꟷTu abuela es mala.
con dificultades en el habla que me costó entender.
ꟷme pega, me hace cosas muy malas.
siguió entre llanto, y temblores en su cuerpo que fueron creciendo. La expresión de su rostro al repetir varias veces que mi abuela era malvada y bruja, hicieron que los vellos de mis brazos se alzaran, y subir desde el estómago un escalofrío. Se cayó de la silla y observé cómo su cuerpo comenzó a retorcerse. De su boca brotaba una espuma que hacía un sonido parecido al de Rocky cuando despertó vomitando agua. No supe qué hacer. Pensé en hacer lo mismo que le hice a Rocky, pero imaginé que no funcionaria.


Entonces corrí, atravesé la sala y busqué a mi abuela. Mi abuela corrió, detrás se fue mamá, tía Mabí y tía Amada. Abuela la giró y colocó su rostro hacia un lado, la tomó por la mandíbula y la abrió, mamá le agarró la lengua mientras tía mabí y Amada le sostenían las piernas. La alzaron y la llevaron a su habitación. Le dieron pastillas, la bañaron y la acostaron.

Afuera nadie se enteró. La fiesta seguía impregnada de una energía alborotada. Mi tío Guillo que ahora es mocho, contaba la anécdota de su ex brazo.
ꟷ¡uuff! mirá, yo voté más sangre que el cochino que matamos esta mañana, pá que vos veáis.
decía, alzando lo que le quedaba de brazo.
ꟷ¡nojó! y mamá cuando se enteró salió mollejua a buscar un taxi!
siguió su cuento, mientras yo me preguntaba por qué mi abuela no habrá llamado un taxi. Las vi salir de la casa, Se incorporaron en la fiesta y en sus rostros ya no había ningún rastro de preocupación. La noticia no la hicieron pública, se comentaban entre familia muy discretamente. Permanecí un buen rato sentado, observando a la gente intercambiar palabras y risas.
ꟷ¡Aquiles, naguará y vos donde te metiste, te estábamos buscando desde hace rato vo!
les dije que me aburrí y me guardé lo que ocurrió.

Nos alejamos de la fiesta. Yorfrei comentó acerca de una iglesia abandonada que se encontraba a una cuadra. Según ellos, allí vivía una bruja que se comía a los niños. En el camino echaron los cuentos, después surgieron los retos.
ꟷ¡te reto a que entres a la iglesia!

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La iglesia era enorme, con ventanas de vidrios de colores atravesadas por piedras que algunos niños lanzaban. Cruzamos una cerca de alambre y llegamos a la parte trasera. No tenía puertas, y por el estado en que estaba, se hacía notar el tiempo.
ꟷesa iglesia la quemaron hace mucho.
lo escuchó Yorfrei en una conversación de su padre con un amigo. Al final nadie quiso cumplir el reto, y decidimos entrar todos juntos. Al llegar a la puerta no podíamos ver nada por la densa oscuridad, que ni los rayos de la luna podía entrar. El sonido de un aleteo resonó en las profundidades. Corrimos de tanto miedo que ni supimos cómo atravesamos la cerca tan rápido y nos fuimos riendo, con nuestros corazones bombeando adrenalina. un grupo de chicos que se acercaban tropezaron con mi hombro y el hombro de Daniel. Hubo tensión.
ꟷ¡ay, la mariquita se asustó!
le dijeron a Daniel y Yorfrei quiso interponerse, pero se detuvo. Seguimos el camino y un golpe seco sonó en el cráneo de Daniel. Yorfrei tomó la piedra que lanzaron y corrimos. Cruzaron la acerca, Yorfrei se quedó atrás tirándole piedras y yo los seguí. Noté que entraron en la iglesia, al entrar, uno me tomó por el cuello y el otro me golpeó en la boca, los otros dos comenzaron a patearme hasta quedar en el suelo. Todo ocurrió en segundos, y salimos de allí furiosos y frustrados.

Todos estaban ebrios cuando llegamos. Tía Amada regañaba a Daniel que lloraba por el ardor del alcohol en su cabeza. Y yo no lloré por más que quise.
ꟷ¿Tía Ana, Aquiles se puede quedar en mi casa?
ꟷpreguntó Yorfrei. y a continuación nos montamos los cinco en un carro. Zenaida y Daniel se bajaron en su casa, el auto siguió media cuadra y nos bajamos nosotros. El papá de Yorfrei, quien estaba manejando, se bajó del auto y abrió la puerta de la casa, lo vimos trastabillar, inclinarse en las paredes para mantenerse. Luego se erguía, se echaba un trago y continuaba.
ꟷSe portan bien
Se subió al carro y arrancó. Yorfrei sacó su Nintendo y jugamos un buen rato. Yorman se quedó dormido. Mientras jugábamos, Yorfrei comenzó a crear la escena que él hubiese hecho, si hubiera alcanzado a los chicos.
ꟷ¡con una patada en el estómago y pum!
recreaba la acción, se cuadraba como un boxeador
ꟷy ¡pam! ¡Pam! ¡dos en la cara!
ꟷdecíaꟷ y continuaba ejecutando todos los movimientos de pelea que él se imaginaba. En unos de sus movimientos me empujó.
ꟷy luego lo agarro así
ꟷprosiguióꟷ
y lo obligo a que me pida perdón.
lo empujé hacia un lado y él comenzó hacerme llaves, yo me zafaba y le hacia una llave también, al ver que no podía escapar de la llave comenzó a hacerme cosquillas, desarmando todas mis fuerzas reí, perdí la guardia y él se acercó, me hizo otra llave rodeándome el cuello con su brazo, se dejó caer en la cama y apretó, luego me giró y a continuación ejecutó un beso.

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Su mirada tornó la impresión de un susto que reflejaban dudas y preguntas. yo me quedé mirándolo, atónito. Se alejó y escuchamos un ruido en la habitación de al lado. Yorfrei se acercó a la puerta, ésta se abrió y salió un muchacho con chaqueta negra. Yessenia se inclinó y le pidió a Yorfrei que no dijera nada, Yorfrei prometió, ligaron los dedos y escuchamos el motor de un carro. Sin pensarlo el muchacho entró en la habitación, seguido Yessenia, Yorfrei y yo agarramos los controles y le dimos Play.
ꟷ¡a mí no me vas a ver la cara de webona! ¡Yo te vi coqueteando con la hija de mercedes!
ꟷabrieron la puerta.
ꟷ¿¡tú crees que yo nací ayer!?
ꟷ Cruzaron la sala y mi tío seguía en silencio.
ꟷbaja la voz que los niños están en el cuarto
ꟷcon el tono de una voz pesada y distorsionada por el alcohol.
ꟷ¡No me interesa! ¡Respóndeme, asqueroso! ¿¡Qué coño de la madre hacías tú en el carro metiéndole manos a esa carajita!? ¿¡Ah!? ¡Respóndeme!
ꟷse escuchó un golpe.
ꟷ¡Maldito pedófilo!
ꟷ otro golpe, seguido de una cadena de golpes y un chillido como el corte de una voz trancada.
Yorman despertó, soltamos los controles y Yorfrei tomó a Yorman por el brazo. Me paré el centro de la puerta. La mujer blanca yacía en el piso recostada en la pared justo debajo de la ventana. ꟷ¡fue culpa de ella Aquiles!ꟷ sin soltarla del cuello. ꟷ¡Fue culpa de ella! ꟷ repetía y apretaba. El rostro de la mujer blanca cambió de color. Sentí el impulso de ir, de pronto, se abrió la puerta de la habitación y salió Yessenia. jaló al papá con fuerza que cayó acostado en el piso. La mujer blanca no se movió. Mi tio se levantó tambaleándose, miró hacia la puerta y volteó a ver a Yessenia extrañado. ꟷ¿Quién es él?ꟷ señaló. Yessenia estaba llorando, en sus ojos yo observé lo aterrada que estaba.
ꟷpapá, por favor… podemos hablar de esto mañana...
Mientras mi tío accedía a la transformación de su rostro, yo corrí por las llaves que estaban tiradas en el piso.
ꟷ¡Aquiles, corre y llama a mis tíos!
Detrás de mí se vino el muchacho, pero retrocedió por el jalón que le dio mi tío. Abrí la puerta y corrí, atravesé el patio y llegué a la casa de mi tía Mabi, las luces estaban apagadas y corrí a donde mi tía Amada, quité el seguro de la reja de afuera y entré. Por el ruido que hice al entrar salió Zenaida, venia un poco sudada y con los ojos llorosos.
ꟷ¿Aquiles, y vos qué hacés aquí?
Quise preguntarle, Pero la urgencia me impedía descubrir lo que sucedía con ella. Le dije en breves palabras lo que sucedió y se asomó en la puerta un hombre.
ꟷ¡Aquiles, qué pasó?
ꟷpreguntó el hombre, esposo de mi tía Amada; padrastro de Zenaida. Expliqué nuevamente y corrimos bordeando el patio, al llegar al árbol de mango situado detrás de la casa de mi tía Mabi, se escuchó un disparo. Nos detuvimos en seco. Hubo silencio.

El hombre corrió y Zenaida se agachó y rompió a llorar. Yo me agaché, la abracé y lloramos. Mamá y mis tíos llegaron en la camioneta, todos se bajaron y corrieron. Tía Amada tomó del brazo a Zenaida y se la llevó. Las miré alejarse, Amada se tambaleaba y regañaba a mi prima por haberla encontrado afuera. Mamá se acercó, me tomó del brazo y entramos en la casa de mi tía Mabi. A lo lejos se escuchaba un tumulto de gritos y quejidos.
ꟷquédate aquí papi, ya vengo
Me senté en la cama, esperé que saliera y me asomé por la ventana.

A través de las rejas y más allá de los árboles, luces rojas y azules bañaban en forma circular el patio, cuerpos reunidos como en la fiesta, y no bailaban la música que tocaba la muerte. Dos cuerpos flotaron sobre brazos que atravesaron el pasillo formado por humanos, humanos que seguramente ya no tienen rostros, porque la muerte ahora es dueña de todas sus caras. Allí me quedé en el borde apoyado con mi barbilla, preguntándome cosas que flotaban por mis pensamientos, como los residuos que deja el sol en mis ojos.

De pronto, imágenes provenientes del más allá, llegaron como ráfagas de luces rojas y azules, y vi los ojos de María cerrados y dormidos entre la oscuridad, imaginé su altar; aquel árbol grande de largos brazos adornados con frutos y hojas, en donde allí debajo, ella lloraba y cantaba. Recordé sus ojos, tan penetrantes y profundos como la misma oscuridad. Y surgió la mirada de Yorman, compañera y viuda de su voz, ante dos gotitas inclinadas en su nariz. seguido apareció Yorfrei parado ante la cama, flotando en un mar de preguntas rodeado de pirañas, luego Zenaida atravesó mi mente, enrojecida de un llanto que intentó borrarse antes de salir y cruzar aquella luz que me enseñó la mentira. Los vi a cada uno en la ventana que llegaban en vaivenes de luces por mis pensamientos. Escuché sus voces, sobre todo aquella que atravesó mi pecho y me sembró la incertidumbre ꟷPapá, por favor... repasé todos los rostros, como fotografías que me enseñó el abuelo y se quemaron con el fuego azul de mi corazón. Lloré, Frente al árbol de ciruela lloré. lloré con Rocky, con Yorman y Yorfrei, con Zenaida y Daniel, lloré con María y con Yessenia, y juntos soñaremos la noche, y lloraremos hasta el amanecer.


Si no leíste los capítulos anteriores:


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Capitulo 2:

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Capitulo 3:

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Capitulo 4:

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Capitulo 5:

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Capitulo 6:

https://hive.blog/hive-133872/@sevalo13/un-cambio-inesperado-or-la-infancia-de-aquiles-or-relato

Capitulo 7:

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Wooooow. No he leído los anteriores capítulos, pero este me dejo hasta el final aunque no conocía los personajes, con razón me perdí un poco, pero estuvo muy bueno. Cuanto drama y cuantas cosas pasando. A veces las fiestas familiares se prestan para cosas terribles.
Muchas gracias por compartir.

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gracias por tomarte el tiempo de leer. agradecido. saludos y abrazos!

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