El tiempo es...
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El tiempo es una odalisca perversa que menea insinuando proyectos, para desbaratarlos como un huracán en un soplo despiadado...
Es un amante celoso que camina delante custodiando el territorio para llegar antes a la meta, pintando paisajes, dejando pistas ficticias y al final una puerta de salida que puede ser el comienzo de un fin...
El tiempo es una poesía siniestra de rimas incestuosas que corre y se detiene en cada punto sin jamás dejarte suspirar una metáfora fuera de su párrafo...
Es un eterno hasta luego, desde un lejano ahí nomás, con los ojos entornados repasando el pasado y el sabor agridulce de un futuro demorado entre recuerdos y esperanzas, sobornado por el presente, prisionero de un mañana...
El tiempo es un invento de un cobarde en decadencia que quiso con este atarnos a la cruz del desespero, a la angustia de verlo pasar sin poder detenerlo.
Es un guerrero invencible que derrota todas las afrentas y amenazas que le hacen, creyendo que puede doblegarse a la fuerza de los deseos.
El tiempo es una sonrisa que dejamos escapar o una lagrima que nos martilla el corazón a causa de alguna perdida.
Un adalid de las pérdidas repentinas, un mensajero que no perdona los años ni los conjuros que intentan detenerlo.
El tiempo es una quimera, la certeza de un futuro, el olvido de un pasado, es la vida y la muerte, el adiós y la esperanza, las manos que se disgregan en caricias que nos llevan a un punto del infinito inexistente.
Es la nada y el todo, la luz y la oscuridad, el arcoíris que no tiene colores, la pureza del pecado y la santidad de la maldad.
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