Amante

He amanecido entre tus brazos y al abrazarte he sentido el deseo de entregarme a ti una vez más, pero no para poseerte sino para entregarme a ti al compás del latido desenfrenado de amor que amándote te ama cada vez más.

Voraces sonidos se escapan del interior de mi cuerpo y galopan sobre el tuyo unido al mío en una misma piel, un mismo aroma, un mismo ser que fluyen como el agua del río volcado en las rocas incrustadas en mi corazón, que como punzantes saetas de amor me atraviesan el alma y a tropeles, es derramado mi amor en ti, que como un arlequín de pasión nos hace reír igual que niños inocentes.

Amor mío, presiento que ha llegado el final de mis días de desamor que se despiden de mí con gran dolor, mientras que sofocado el egoísmo yace muerto entre mis manos, cesa el silencio y cesa el olvido de unos besos dormidos en mis labios encarcelados por el ayer que muere hoy.

Cesó el encierro y la condena a muerte de este amor, que vive en mí como reo del odio y del desamor, en la cárcel abierta de mi corazón traspasado por la filosa espada de un adiós, sin pronunciar, que se clavó en mi sin avisar.

Tu amor ha insuflado la vida a mi corazón y adentro se oye un sonido que abre sus ojos al mundo en un palpitar silente y eterno de amor ardiente que se gestó en mí en el mismo instante en que te amé