Danao (Relato corto)

«Es un trasvase a través del contacto cuántico.»

Me llamo Maia y he podido ver el infinito. Crezco sin parar, como todos. Me gusta el arte, las canciones alegres y las caracolas de mar… ¡y los perros tranquilos! Cuando era pequeña en mi casa tuvimos muchos perros, pero había uno que destacaba, al menos para mí: Tobo; un bonito mastín italiano. Él y yo siempre tuvimos una conexión especial. Lo quise mucho.

Años después de que Tobo muriera conocí a Danao, un hombre diferente a todos. Tranquilo en esencia y convencido de su propia seguridad. De algún modo sentí que llenaba el vacío que la ausencia de amor había dejado en mi interior sin ni siquiera haber hablado con él. No hizo falta. La falta de maldad que respiraba su mirada era lo único que necesité.

«… como si hubiera sido así toda la vida.»

Hay algo extraño que al principio no sabía cómo acoger. Pero está en la tierra, en el planeta y en todo lo que lo habita. Está también en Danao. Y noto como si existiera, además, más allá de la propia imaginación. Aunque es extraño, no es malo.

«He podido hablar con la natura.»

Danao me acompaña en la bondad y en la paz con la simpleza más absoluta. Así que me quedaré con él para siempre, fundidos en el presente indeterminado que abordará a la existencia eterna de nuestros corazones.

«Maia salta…»

Y yo salté. Pues ha dejado el universo para estar conmigo. Y siento como si no fuera más que el comienzo de algo grandioso y genuino. Algo que va más allá de lo que se ve, algo limpio y natural.

«Y el destellar de la gota a maravillado a la noche para tornarla en día.»

Ahora sé que tarde o temprano Danao y yo viajaremos por el universo. Perdidos por siempre en un abismo circular, juntos. Cada vez más profundo, cada vez más unidos.