AVENTURAS de PALI MANALI - Capítulo 1

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Diez años antes del nacimiento de Pali, su padre Eduard vivió una experiencia de pelicula de Hollywood. La del avión que se estrella en las montañas de la cordillera de los Andes: “Viven!”

Siendo Pali un niño, le regaló su padre cuatro libros de Salgari, imposibles de leer para el chiquillo en aquel entonces, pero cada uno en su tapa dura ilustraba a todo color las intrépidas aventuras de piratas.

En una casa de verano en esa misma época, colgaba sobre la cama del niño un cuadro de dos piratas, uno llevaba un trapo en la cabeza, como un turbante, y Pali dormía bajo su mirada, mirada quemada por tantos soles y tantos mares.

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Había en la casa también en aquellos años de video-casseteras, una linda colección de películas dos de las cuales el niño adoraba especialmente, El Libro de la Selva y La Familia Robinson.

Aprendí con esas historias no más
que lo que precises
mamá naturaleza te lo da.

Aquellos libros, el pirata de turbante, Mogli, la casa del árbol de los Robinson, estuvieron durante años tallando en ese ser en desarrollo y en determinado momento lo impulsaron a la aventura, y a explorar el mundo por tierra y por mar, y a explorar sus propias pasiones en la vida.

Fué cuando renunció a su futuro presupuestado en la Administración Pública que la cosa tomó el rumbo acertado para Manali y sus aventuras, aunque ya habían comenzado mucho antes, cuando niño. Es solo que sufrieron la interrupción de ese lapso de tiempo en que uno debe madurar y hacerse cargo de si mismo, y él lo hizo imitando las recetas convencionales de su entorno; lo normal. Se olvidó por unos años de todas aquellas historias maravillosas de ficción y no tanto, de las que quería ser partícipe. Debía ser partìcipe.

La historia que en ningún momento olvidó, es la que vivió su Papá. Siempre estuvo presente, y más aun luego del descubrimiento en la montaña de su chaqueta debajo de una piedra, treinta años después de lo acontecido.

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Eso fue por el 2005. Pali pasó mucho tiempo arriba de "su" árbol los años posteriores, investigando el estado de naturaleza que Eduard le contó que vivió allá en los Andes. Arriba del árbol, siendo naturaleza, aprendió que la vida es un instante muy chiquitito en el caos que todo rodea. Y a ese pensamiento vuelve encontrando tranquilidad cuando le hace falta, para deshacerse del miedo y para lanzarse a la Aventura después de cada larga reflección.

Los vientos fuertes del Nor-Este en el Mar Caribe forman un embudo y hacen que en Fronteras Guatemala terminen cientos de veleros su temporada de paseo a resguardo de los huracanes. A resguardo de los huracanes, y a merced del tiempo.

Los veleros quedan esperando, esperando, esperando. Flotando. Amarrados, o fuera del agua en las marinas que bien podrian ser funerarias, van muriendo, y el río y la laguna se van convirtiendo en un cementerio de barcos. Y es una pena.

Yo queria rescatar uno de esos barcos de 30 pies, restaurarlo, y navegar del Caribe hasta el puertito del Buceo en Montevideo. Y me lo propuse con algunos quetzales en el bolsillo. Y entre las monedas un par de púas pa rasquetear mi ukelele.

~fin~

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(todas las fotos son de mi autoría a menos que indique otra fuente)


sobre mí


Un día comencé a viajar de ida y nunca me detuve. La música me muestra el camino, cantando y compartiendo los secretos del #Ukukele voy.

Actualmente viajando por la costa del Pacífico Mexicano en el Escarabajo Rojo de Ukewewe desde Chiapas hasta el Mar de Cortés, donde nos subiremos a un velero para flotar un tiempo.

Entretanto estamos mezclando nuestro primer álbum de Ukewewe: Música Semilla financiándolo 100% en Hives.

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