Nada es perfecto, pero algunos lugares sí lo son...

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Nada es perfecto, pero algunos lugares sí lo son

¡Hola, amigos! En estos días les escribía sobre el momento que fui a Trujillo a pedirle al Doctor José Gregorio Hernández por la salud de mi papá. En ese post les contaba que me sentí muy mal porque física y anímicamente estaba desgastada: había llamado a la casa y padre se sentía también mal. Así que, como estaba en Trujillo, decidí visitar el monumento de la Virgen de la Paz y hablar con ella.

La Virgen de la Paz es uno de los monumentos más grandes de América y el más grande de Venezuela. Para llegar a él debes tomar el transporte público y para ese momento no había problemas con eso. Me imagino que en la actualidad debe ser un poco difícil llegar hasta allá. Igualmente debes pagar una entrada que te da no solo la posibilidad de caminar todo el parque sino también subir dentro de la estatua y mirar desde lo alto todo el panorama.

Desde que iba en el autobús, me sentía mal y triste, por lo que no le presté atención al paisaje. Dormí casi todo el trayecto y cuando mi novio me despertó, se dio cuenta que tenía fiebre. Al principio me dijo para regresarnos al hotel, pero yo le pedí que siguiéramos. Cuando bajamos del transporte, ver la escultura de la virgen me sobrecogió. Me sentí pequeña, mínima, ante semejante estatua. Quise ponerme a llorar, arrodillarme ahí mismo, pedirle por la salud de papá. Lo que hice fue tomar la mano de mi novio para no caer y caminar hasta ella.

Al llegar cerca de la escultura, sentí que estaba mareada y me senté en la grama, debajo de un árbol. Allí, bajé mi cabeza y empecé a rezar. Cuando terminé, mi novio me preguntó que si quería hacer el recorrido por dentro de la virgen y preferí acostarme allí mismo y descansar un rato. Cuando él se fue, cerré mis ojos y empecé a llorar. Había en mí la certeza de algo que yo hasta ese momento había negado: mi padre moriría en cualquier momento y tenía que aceptarlo. Abrí los ojos y vi las ramas entrecruzadas, unidas, hecho una maraña, como la vida. Entonces ya no le pedí a la virgen por la salud de mi papá, sino resignación y fuerza.

Cuando venía de regreso, parte de la fiebre había pasado. No sé si era el llanto, pero me sentía más liviana, más desahogada. Tal vez en aquel viaje no conseguiría el milagro de curar a mi padre, tal vez para eso ya era muy tarde, pero si conseguí en aquella visita, sentir que debía aceptar los designios de Dios. Si yo siempre he dicho que el tiempo de Dios es perfecto, por qué ahora dudaba de esos tiempos, de su voluntad. Entonces, en silencio, dije: Señor, tú sabes de mi sufrimiento y el de mi papá. Ten misericordia.

Todos mis viajes los he disfrutado y me he divertido como una niña pequeña, sin embargo el viaje que hice a Trujillo me hizo estar consciente del poder de Dios y de lo pequeñitos que somos ante él. Fui a buscar un milagro y me traje una madurez que no esperaba, la conciencia de que en esta vida solo estamos de paso.

Hasta una próxima lectura, amigos

*Todas las fotografías son de mi archivo personal y fueron tomadas con una cámara Kodak EasyShare CD82.



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4 comments
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Conocí esta virgen, no avancé mucho dentro de ella, hay escaleras y uno puede asomarse y verlo todo desde allí yo queria llegar a lo más alto pero no pude, me sentí aturdida. Es toda una experiencia hacer ese paseo. Y tu aprendizaje el mejor, sin lugar a dudas.

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Yo sufro de vértigo, amiga! Las alturas me dan un miedo espantoso. Lo que significa que aunque hubiese estado bien, tampoco habría hecho ese paseo. Quedarme en la tierra fue bueno porque desde allí estuve más cerca del cielo.Gracias por tu comentario! ;)

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Saludos. Hace muchos años la fui a visitar, en verdad que el monumento es imponente. No pude subir al ascensor, me atacó una especie de vértigo. Excelente publicación. Abrazos.

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Como le decía a @charjaim, yo sufro de vértigo. La simple imagen de la virgen me produjo una emoción que me erizó la piel. Normalmente tengo ese sentimiento de minusvalía ante las cosas imponentes, ya sean naturales o artificiales. Siempre es bueno saber de ti. Un abrazo fuerte, querido mío!

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