Hola, lectores. Seguimos en cuarentena. En Venezuela ya vamos por el día 103 de estar recluidos en nuestras casas y aunque parezca impensable, podríamos llegar a diciembre en este aislamiento programado. Ya no sabemos qué hacer para que la vida sea más divertida, menos rutinaria y desesperanzadora. Y es que la realidad de lo que estamos viviendo puede provocarnos la necesidad de fuga, de salir huyendo, desertar de la incertidumbre, del caos.

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Por supuesto, ya existen dispositivos electrónicos, sitios y aplicaciones que nos ofrecen huir de esa realidad de manera virtual. En principio, la realidad virtual fue creada para ayudarnos a visualizar elementos, espacios a los que no teníamos acceso; pero con el paso del tiempo, la realidad virtual ha dejado de ser una herramienta exclusiva de la educación, la medicina, la arquitectura, por ejemplo, para estar presente en la vida cotidiana del ser humano. La creación de un mundo irreal, pero posible, hace que mantengamos expectativas e incluso que nos olvidemos de nuestro entorno, que puede ser desmotivador e incluso insoportable y aterrador como el que estamos viviendo. Pero, ¿hasta qué punto esto puede ser sano?

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En estos días estaba leyendo una historia de la escritora polaco-venezolana, Krina Ver, Benjamin y la caminadora, que viene a corroborar lo dicho anteriormente. La historia trata de un hombre de mediana edad llamado Benjamin, que debido a su estado de salud, el médico le recomienda caminar. Los frecuentes paseos de Benjamin por la ciudad se ven interrumpidos por el peligro que puede correr fuera, por lo que decide comprarse una “caminadora”. A partir de ese momento, vemos cómo Benjamin, cada día, se escabulle del mundo exterior para permanecer aislado en la sala de ejercicios, caminando en el aparato:

Con una secreta excitación, Benjamin acarició la llave en el bolsillo de su pantalón y no pudo esperar a reiniciar su entrenamiento. Ahora caminaba varias veces al día y cada vez se encerraba más tiempo con la caminadora.

Al final de la historia, observamos que lo que Benjamin busca con el ejercicio permanente es escapar de su familia, su esposa e hijos. La habitación y la caminadora se convierten en un refugio y un elemento de escape, así que siempre está en la habitación entrenando. Pero en un intento de escapar de toda la realidad, Benjamin corre tan frenéticamente en la cinta de correr que tiene un ataque al corazón. De esta manera, Benjamin muere buscando evitar la realidad en la que vive.

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En Venezuela, por ejemplo, más allá de la pandemia, estamos pasando por una crisis única, nunca experimentada por otro país. Diariamente vivimos experiencias que nos aplastan y que nos hacen querer tener alas y volar o ser Benjamin para correr y escapar. Personalmente, he descubierto que escribir, leer, dibujar e incluso tomar una cerveza me desestresa. Siento que la idea no es aislarse o evadir la realidad, sino encontrar maneras de "dosificarla". No se puede huir de los problemas cotidianos, ni negarlos ni ser indiferente a ellos; hay que afrontarlos y encontrar una solución, sin dejar de vivir otras cosas. Tenemos que ser conscientes de que sólo cambiaremos las cosas negativas de nuestra vida si actuamos para cambiarla: una situación adversa siempre será adversa si no la afrontamos.

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Espero que hayan disfrutado de la lectura. Hasta la próxima oportunidad, amigos.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_realidad_virtual
https://teseo.es/noticias/aplicaciones-y-usos-de-la-realidad-virtual/
krina Ver (2004). Cuentos con agujeros. Monte Ávila Editores: Venezuela