La niña que nació de las piedras

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La niña que nació de las piedras

Esta es una historia que contaba mi abuela y que cada vez que la narraba, su mirada se iba como lejos, como recordando algo que ya no estaba, pero que había existido alguna vez. No sé si es ficción o es verdad; tal vez alguna vez o muchas veces existieron niños que nacían entre las piedras, como algunas ramas, flores silvestres y salvajes, sin dueños y con solo el amor del cielo. les cuento para ver qué dicen...

Supuestamente un día, ella apareció. Tendría como 5 años, con un vestidito sucio, con la cara contenta y con la inocencia de un animalito recién nacido. Todos en el pueblo se preguntaban de dónde era aquella niña tan pequeña. Nadie sabía. Algunos hicieron conjeturas: es hija de la hija de doña Flor que vivía cerca del cerro y se fue para la capital; es hija de la loca Lorenza que murió con la crecida del río o es hija de una mujer que pasó por el pueblo un día y llevaba una niña en los brazos. Así de la nada, apareció aquella criatura; de la noche a la mañana llegó y se quedó en el pueblo.


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A pesar de su corta edad, la niña era muy hacendosa. Ayudaba a cargar el agua, a barrer los patios de las casas y hasta a echarle comida a las gallinas. Como era muy trabajadora, nunca faltó alguien que le diera un plato de comida y hasta lugar para dormir. Al principio casi ni hablaba por lo que las personas del pueblo la llamaban la muda, pero resulta que un día habló, pero todos la siguieron llamando por aquel sobrenombre, al que ella respondía con agrado y hasta con cierta picardía.


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Cada vez que ella llegaba a alguna casa, la gente la alimentaba y ella, con su carita embarrada de comida, daba las gracias y luego se ponía a hacer oficios como si consiguiera en aquello la forma de retribuir los alimentos que recibía. La gente la apreciaba mucho, no solo porque era una niña trabajadora y humilde, sino porque su alegría e inocencia contagiaba a todos los del pueblo. Las personas decían que al tener a la niña cerca eran como más felices.


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Pero una mañana desapareció.

La niña que una vez llegó sin ser llamada y sin saber de dónde, desapareció. Al principio las personas del pueblo empezaron a buscarla temiendo lo peor, pero era como si la tierra la hubiese tragado. Con los meses y luego de una ardua búsqueda, se dieron por vencidos. Volvieron a su rutina de siempre con un vacío en el corazón.


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Un día, habían pasado algunos años, una mujer que venía de un pueblo vecino comentó en el abasto del pueblo una historia curiosa. Según ella, hacía meses había llegado de la nada al pueblo vecino una niña misteriosa. Todos, con la esperanza puesta en la respuesta, pidieron que la describiera. Según lo descrito por la mujer, efectivamente era la misma niña. Lo extraño era la edad y que supuestamente, una comadre de aquella mujer, le había comentado que hacía 5 años había aparecido en otro pueblo una niña como aquella. Aunque para todos era un gran misterio aquella historia, todos se fueron a casa con el mismo pensamiento: hay niños que nacen de las piedras y llegan a los pueblos para ahuyentar los temores y la soledad.

Espero que les haya gustado esta historia. Hasta una próxima lectura, amigos.



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2 comments
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Como en la fabulación popular, los niños duendes visitan a las comunidades rurales, aunque también puede ocurrir que en nuestro habitar tengamos la vivencia de un niño que pase como estrella fugaz iluminando un momento de nuestras vidas. Muy buen cuento, @nancybriti.

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Creo que en esta historia hay una mezcla de las dos cosas: queda la duda de dónde vino y a dónde se fue la niña! Al igual que a los habitantes del pueblo, a los lectores también se les crea una duda. Gracias por tu comentario, @josemalavem

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