_"Maíta, dime del día en el que vinieron los pájaros", le decía yo mientras ella trenzaba mi cabello negro. Maíta suspiraba y mientras me peinaba, decía: "te diré solo una parte, luego, cuando venga otra vez, te cuento la otra". Y después, como si intentara recordar, como si aquello no lo tuviera en la memoria, hacía silencio y largaba un suspiro, después al rato comenzaba como arrastrando una montaña superior a ella.

_El día que me llevaron a revisar mis pulmones, se dieron cuenta que tenía alas. Entonces vinieron a la casa y debieron marcar todo lo que yo tocaba: vasos, platos, cubiertos, personas. Aunque nadie quería aceptarlo, estaba por la muerte infectada. Tu papá, mi hijo, me impidió que te abrazara, ¿te acuerdas? Y tú ibas en las noches a mi cama porque dormir te costaba, y porque te gustaba, todos los cuentos de fantasmas y de la vida que te contaba. Pero un día tu papá llegó y vio tu piel morada, y supo que debía, aunque le doliera, sacarme de la casa.

_Recuerdo que lloraste ese día y el otro, hasta que te acostumbraste. A veces me visitaste y me pediste que volviera y yo quería volver, pero ya era muy tarde: la sombra de la muerte estaba a mi espera. Me gustaba que vinieras y hablaras conmigo, aunque hacerte trenzas no pudiera. Y te veía crecer desde lejos como se admiran los paisajes desde una ventana. Y tu papá me decía: Ponte buena, maíta, para que puedas abrazarla.

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_Pero la muerte llegó, una madrugada. Vinieron los pájaros y me dijeron que era el momento de volver, y yo solo pensé en la gente que me aguardaba. Pero los pájaros dijeron: ya tendrás tiempo para despedirte, vámonos, abre tus alas. Y allí estaban, por primera vez, por los aires desplegadas. Desde donde estaba, los vi llorar a todos y quise regresar, pero los pájaros no me dejaban. Ya pronto te olvidarán y solo serás un recuerdo, decían los pájaros mientras me aguantaban y entonces te vi, sin trenzas, toda despeinada: ¡Qué pensará mi niña chiquita que no le dije nada, pensará que me fui y no me despedí porque a lo mejor estaba brava!

_Es por eso que desde ese día vengo a trenzar tus cabellos y a contarte que me fui, pero cada vez que desees verme, tú me llamas. Yo te contaré del día que me fui con los pájaros y me quedaré contigo hasta la mañana.

HASTA UNA PRÓXIMA LECTURA, AMIGOS