Narcisa la marisapa

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En un estanque como casa, vivía la bella sapa Narcisa, rodeada de muchas cosas: árboles, prados con rosas, pájaros, liebres, mariposas...

En aquel hermoso paraíso, ella se sentía orgullosa al ver reflejada su figura, como si fuera un espejo, en aquella cristalina poza.

Cual si fuera una linda princesa, Narcisa se veía tan glamorosa,como una radiante estrella con su gran cuerpo de diosa y aquel rostro tan bello.

Para incrementar su belleza, ella se inflaba como globo de los pies a la cabeza, y así con esta inflación, siempre la atención llamaba a aquella zoológica población.

Como toda sapita bella ella no tenía cuello, tampoco tenía orejas, y mucho menos cejas, usaba una rubia peluca, pues tampoco tenía cabello.

Pero todo esto era remediado por aquel par de verdes ojos, cual dos inmensas hojas, y aquella gigantesca boca, tan grande como la de una vaca.

Por tanto ella siempre sonreía con sus labios color de sandía, y aquella mirada pizpireta, que la hacía lucir tan coqueta, sentada en aquella acogedora pileta.

Pese a su gran belleza y su respingada nariz, ella no era del todo feliz, pues se sentía envidiosa de Mary-Mariposa y sus alas preciosas.

Aunque usted no crea estas cosas ella quería ser una sapa alada, ser famosa y admirada yendo por donde quiera, cual especie lepidóptera volando como helicóptero.

Es así como de esta manera decidió fabricar dos inmensas alas que superaran con creces las de Mary-Mariposa, y así de este modo incrementar su belleza.

Con aquella idea en su mente se le ocurrió de repente que con mucho pétalos de flores de todas las formas y colores podría construir un par de alerones, y unirlos a su espalda, cuello y calzones.

Como esto no era broma puso manos a la obra, les encargó esta tarea a Carmela la cabra, a Lalo la liebre, a Vilma la culebra y a Luis la lombriz ...

Les dijo en el mes de octubre, que durante todo noviembre le recogieran para diciembre, en la selva muchas flores con sus pistilos, pétalos y estambres.

Como Narcisa no tenía plata les pagaría con varias fotos, y como garantía les daría una de sus fotografías, firmada con su autógrafo.

Así de esta manera un día como cualquiera, salieron estos cuatro floreros en busca de las más bonitas: hortensias, geranios, margaritas.

Después de muchas peripecias llegaron al bosque de las Acacias, con mucha gracia y pericia recogieron flores a montones y volvieron con mucha prisa donde la sapa Narcisa.

Cuando Narcisa vio todo aquello se topó con un verdadero escollo, pues necesitaba un rollo de alambre, para crear la estructura y que quedara estable y segura, dándole forma a la figura.

Ante semejante dilema, decidió pedir más colaboración ¿quién le podría ayudar en esta ocasión? y le preguntó a la zorra Sara, que era persona astuta y sabia y le recomendó a una famosa costurera...

Se fue a visitar muy de mañana a Arañilda, la araña tejedora y en poco más de dos horas con una gran telaraña con arte, cariño y maña completo aquella virtual hazaña.

Como Narcisa no tenía dinero, le dijo que le pagaría en enero con mucho cariño, y todo el resto del año sería su amiga sincera, para que Arañilda presumiera.

Narcisa quedó muy complacida al ver que aquellas alas formadas hechas a su medida habían quedado tan floridas tan dinámicas, aeróbicas, en fin bien construidas.

Sin más dilación inició la transformación, aquella sapita en cuestión, se puso como meta lucir aquel día aquello, aquellas alas tan bellas.

Con mucha prisa, tan rápido como un rayo,y en menos que canta un gallo, se puso aquellas alas preciosas, en verdad se veía muy guapa, ahora sería una Marisapa.

Las sujetó con su cabello a la espalda, calzón y cuello, aquella sapa loquilla, salió más veloz que un caballo y se dirigió hacía el valle...

Quería llegar a la cima,a más de veinte metros de altura y lucir como una estrella, luego se desató el cabello, (mmm... aquí estuvo el fallo) se subió en una penca y se impulsó con sus dos ancas...

Para aumentar la proeza y verse aún más hermosa, hizo el salto de la mariposa y se lanzó de cabeza, sin casco ni paracaídas y así pasó lo que pasaría...

Al ir acelerando y mucha velocidad cogiendo las flores se iban desprendiendo y los pétalos iba perdiendo. Narcisa solo iba cayendo y nada de ir volando...

Los que estaban ahí aquel día jamás olvidarán lo que sucedió cuando aquella sapita cayó como un piano desde la terraza, dándose tremendo panzazo.

Narcisa al llegar al suelo, como su cuerpo se infló, luego rebotó hasta el cielo, y de nuevo cayó en la calle, rodando por aquel verde valle como si fuera un zapallo.

Esto no fue cosa de risa, al finalizar aquella proeza la bella sapa Narcisa pudo haber quedado hecha trizas, pero gracias a que estaba inflada, por dicha casi no le paso nada.

Pese a aquella situación tan ingrata y que el tiro le salió por la culata, luego de un par de semanas ya se sentía buena y sana, y a nuestra orgullosa Narcisa le retornó de nuevo la sonrisa aunque con algo de pena, pues tenía dos dientes menos.

Aunque ya no quería ser mariposa, aquí no paró la cosa pues Narcisa ahora quería seguir con nuevos retos en su vida, pretendía alcanzar la gloria, pero eso es otra historia...



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