La guerra de reconquista

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Hoy tenemos reunión de la manada. Celebramos dos cosas, el cumpleaños de Lobo Bacón y nuestra gran victoria en la Batalla del Valle.

Tanto los lobos del bosque como los zorros de las laderas, junto con el clan de los jaguares de la selva, los pumas de las montañas y los perros salvajes del desierto, nos aliamos en un contraataque contra las gentes del valle.

Atacamos en una noche de luna nueva, para tener ventaja sobre los torpes ojos de los viles humanos. La orden es clara, no hacer prisioneros ni alimentarnos de sus asquerosas carnes. Pan comido, como dicen ellos. Tenemos pérdidas en nuestras filas, muy pocas en comparación a la de esos desalmados, pero es un gran triunfo.

Así que además de la gran victoria, debemos celebrar el aniversario de Bacón. Cinco años muy bien llevados.

En esas estamos cuando de repente se oye un disparo y Pancho Colarroja, uno de los mejores zorros guerreros que ha visto Las Laderas, cae con el pecho agujerado. Acto seguido nos llueve una ráfaga de balas que nos obliga a ponernos a cubierto, pero no a retirarnos. El aullido de César Lomogris, el jefe de nuestro clan, nos llama a la batalla. Esto es la guerra.

Se oyen las incomprensibles voces de los humanos guerreros, el ladrido de los cánidos, los disparos de los cobardes y los zarpazos de los felinos.

Cuando parece que nos ganan terreno, el rugido inconfundible de Milo, el Rey Oso Garra de Plata, rompe el aire. Su Ejército Pardo hace temblar la tierra. Las águilas del norte, comandadas por su líder, Connor Pico Rajado, se lanzan en picado junto con Los Halcones Peregrinos, un grupo de mercenarios del este y la élite del aire, los Flamencos de la Orden de la Sagrada Rosa.

Siento que las balas rozan mis orejas. Muerdo, araño y desgarro hasta robarles el último aliento a nuestros naturales enemigos. La orden es clara, no prisioneros.

Los debilitados hombres se baten en retirada, pero la orden es clara, no supervivientes.

Antes de llegar a su poblado, ya no queda ni uno en pie. Desde la loma olemos el miedo de los que están en sus casas. La orden es clara, nadie vivo. A la mañana siguiente debemos celebrar dos cosas, otra gran victoria en nuestra Guerra de Reconquista y el funeral de nuestros hermanos y héroes caídos.



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