Llegó el otoño

Llegó el otoño, una ráfaga de nostalgia que se lleva despacito, con las hojas secas, los momentos efusivos, las noches interminables a la luz de la luna, los días galopando frenéticos en las playas, disfrutando...

Claro eso para el común de la gente, para la rara especie de la que formo parte, una pincelada de poesía viene a teñir el cuadro de matices perfectos, todo cuadra dentro de una esfera mágica, donde los grises del espacio, los marrones del suelo, la tímida tibieza del sol entonan con melodías que inevitablemente traen recuerdos...

El otoño es la estación de los bohemios, de los que para escribir necesitamos el lado relajado de la vida, el encono de los sentimientos, el silencio, la penumbra, la melancolía de cosas que no fueron, la osadía de secretos que reposan, cierto frío para que impulse a retraerse a un estado de abrazo, una comunión con las cosas de adentro, con el dolor que es arisco a exponerse...

Llegó... ya siento el chillido de mis sueños resquebrajándose, oigo una avalancha, de ritmos que buscan de forma armoniosa acoplarse, letras copularse con poemas y morir en el momento exacto en que arribe el invierno...

Llegó el otoño y mis musas se estiran desperezándose, se preparan para descifrar las caídas de las hojas, los sonidos del silencio, el rumor del agua en los arroyos, la esencia de las almas que cruzan los límites del espacio tiempo en un conjuro mágico.