Sara, la stripper (Relato)

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La música que marcha al compás de los movimientos de su anatomía, es una sensación que refleja el sincronismo que ha ido logrando con el tiempo.
Sabe que su cuerpo llama la atención de los espectadores y ha ido aprendiendo como sacar provecho de sus voluptuosidades, de las curvas bien definidas que envuelven su contorno y de la picarda que pone al ir desnudándolo parsimoniosamente, en un ritual impregnado de sensualidad que logra capturar y llevar hacia el pequeño escenario del lugar las miradas.
A sus pasados treinta se conserva como el buen vino, sin necesidad de artificios, sin tener que venderse o alquilarse para conseguir empleo.
Por encima de su labor mal vista de Stripper está su pasión por el baile, por la atención publica, por la vida que ha desviado sus inquietudes llevándola a lugares inesperados.
Desde muy pequeña le gustaba mirarse al espejo, pintarse la boca a escondidas y coquetear a ese inmóvil espectador que reflejaba sus gestos y movimientos con total exactitud.
Su madre, viuda desde que ella cumpliera un año, en más de una ocasión la descubrió in fraganti en sus actos de presentación clandestina, ataviada con tacones sacados de su armario y vestidos de noche, pertenecientes a su abuela fallecida, que por un tiempo incursionó en los caminos de la danza.
-Sara, ¿Cuantas veces voy a decirte que aun no estás en edad para eso?, todo en la vida tiene su momento.
Eran regaños pedagógicos que nunca tuvieron mejores ecos que en la actualidad.
Esa inquietud de conocerlo todo, de estar a destiempo en alguna parte o de hacer locuras cuando la insensatez dominaba los impulsos, la llevaron a una adolescencia difícil, a un camino tortuoso de caídas, a una inconclusa carrera estudiantil y a un prematuro enfrentamiento con las vilezas callejeras y la fiereza que muerde inmisericorde las carnes de los citadinos, que viven en perpetua carrera hacia la nada, hacia lo desconocido.
Relaciones fugaces, novios sin compromisos, juergas de amigos y citas con intereses no compartidos, le enseñaron que vivir no es solo respirar sino también dejar huellas que puedan servir para guiar por un camino menos tenebroso a otros.
Entre ese conglomerado de acciones irrepetibles y de relaciones viciosas que marcaron una fiebre de descomposición moral atentatoria contra los principios enseñados en su hogar, pobre pero humilde y decente, fue a caer en las manos de un regente de lugares de prostitución y trafico de mujeres hacia distintos lugares del planeta.
El causante sin dudas, su pareja ocasional del momento que además de aprovecharse de sus favores sexuales lo hizo también de la necesidad de dinero que tenía, a causa de una penosa enfermedad de su madre, que terminó llevándola a la tumba.

Un préstamo inocente resultó tenerla como garantía para solventar la deuda y los intereses y la negativa de hacer trabajos de prostituta obligó a “venderla” como animal de zoológico a otro comerciante, menos inescrupuloso, quien basaba sus ganancias en espectáculos en varios Night Clubs, que no tenían como norma, favores sexuales a sus clientes.

El cretino causante de esto desapareció, como siempre ocurre y se resignó a retomar el camino que desde un principio mirándose al espejo practicaba.

Para su suerte, el sexagenario que la adquirió, tenia algo que lo diferenciaba de los otros y el trato a sus empleadas era tan paternal que dio gracias a Dios por terminar allí.

Sus primeras presentaciones fueron fatales, nunca había diferenciado entre desnudarse y hacerlo con el arte que conllevaba la ocasión de plasmar todo el paquete emotivo que derivaba de la acción, cuando se ejecutaba limpiamente.

Como una alumna destacada fue asimilando las criticas y enseñanzas de sus compañeras, mas duchas y veteranas en estas cuestiones.

Con el porcentaje sobrante de su trabajo después del descuento obligado por su deuda y por otras cuestiones que nunca ha averiguado, se mudó de su cuarto en el negocio a compartir la habitación con una de sus compañeras, original de otra ciudad como casi todas.

Con todo un día libre, se inscribió en clases de danza y comenzó a hacer planes para cuando sus obligaciones financieras se saldaran.

Es duro hacer una introspectiva y conseguirse con tantos sueños frustrados y tanto suicidio de ideas y visiones que llenaron en algún momento espacios dentro de nuestro futuro.

Con el tiempo fue absorbiendo que la disposición provocaba mejores beneficios y que la integración hacia lo ejecutado se lograba abriendo un vacío imaginario que la aislaba de los pensamientos ajenos a lo que estaba haciendo y, por consiguiente, reflejaba un resultado optimo que de paso, le daba ganancias, en las dadivas económicas dejadas por los espectadores.

Ellas resultaron un extra para poder cultivar el objeto de su trabajo, y para sembrar un camino más lejano al exhibicionismo nato que la arropaba, por lo que comenzó a asistir a un gimnasio y logró re-inscribirse para continuar sus estudios.

Mientras tanto ha ido sacando el máximo provecho a su labor y su apariencia luce cada mes más fresca y natural, acorde con los movimientos sinuosos que logran atrapar, como magia los instintos naturales de quienes la contemplan.

Sus piernas enfundadas en medias parecen que nacieran cuando se las quita, acariciándolas en su totalidad y enervando los sentidos de la multitud.

Sus senos, culminados en pezones enhiestos por la entrega del acto, encandilan a los propios reflectores que los muestran, mientras que su zona genital, perfectamente maquillada, con afeites de variados estilos en sus vellos púbicos, cortan la respiración y hacen exclamar a las bocas que entre el asombro y deseo parecen paralizarse.

Todo pareciera vulgar, si se hiciese con la intención de captar algún favor sexual, y si no fuera acompañado por ese ritual de música, baile y luces, que lo enmarcan dentro de un arte no bien definido pero no accesible para todos los que lo intentaran practicar.

Desnudarse siempre ha formado parte de un tabú, de una desviación sicológica estudiada desde que existe la ciencia, pero también es parte de esa naturalidad innata que es heredada por el ser humano a través de los siglos.

Sara, sabe que pisa el borde entre la indecencia y el proscrito mundo de la vida fácil.

No quiere sentirse, aunque las condiciones lo indican, como un progenitor de la juventud rebelde que termina viviendo una adultez sin frutos.
El espejo nunca le dijo que todas esas presentaciones clandestinas terminarían realizándose, pero el destino, fabricado por nuestras propias decisiones, le guardaba esa alternativa.

Quejarse en vez de luchar, es caer en la simplicidad de muchos mendigos callejeros, que prefieren vagar en vez de enfrentar otros retos.

Es caer en la facilidad de muchas compañeras que aspiran con su arte, pescar algún millonario que la proteja o lleve a convertir en ama de casa y que de paso, tenga el honor de borrar de su memoria el sitio desde donde la ha sacado.

Si el mundo fuera solo para un grupo, estaríamos demás casi todos.



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excelente relato, tienes talento como escritor, buen uso de la descripcion y las metaforas hace que el lector se interese y se sumerja en la historia.

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Felicitaciones. Me gusta tu relato. Me gusta la manera como llevas la historia, cómo vas perfilando a la protagonista.

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Un buen relato, tienes buenos puntos eróticos y las dos verdades que deben ser contadas. Me refiero a la historia de una mujer y las desdichas del destino a las que estamos propensos cada uno de nosotros.
La crítica constructiva que te puedo dar es: que revises la acentuación varias veces antes de publicar en el futuro porque tienes algunas fallas ahí; y, que leas tu relato en voz alta al menos una vez a ver si hay frases que no se entiendan como desees.
Te felicito porque es un texto relativamente largo que mantiene al lector expectante.
Además debo confesarte que me encantó esto:

"Es duro hacer una introspectiva y conseguirse con tantos sueños frustrados y tanto suicidio de ideas y visiones que llenaron en algún momento espacios dentro de nuestro futuro."

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