Comunidades Indolentes (Disertación)

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La nueva era nos trae en su morral no solo avances tecnológicos ni enfermedades desconocidas sino también defragmentaciones sociales y humanas muy profundas.

Las comunidades, otrora base en donde nacían los gritos mas humanos y rebeldes de la sociedad y en donde se tejían soluciones y solidaridades han perdido su papel, mística y fuerza cuando sus pobladores han dejado a un lado su visión global o conjunta de la existencia para caer en la opción personalista y egoísta, dando paso a una indolencia creciente y a un enclaustramiento ostral de lo que sucede a su alrededor, incluso, cuando eso de una manera u otra lo afecte.

Hay una tendencia peligrosa a ver pasar los tiempos sin buscar en los demás la manera u vehículo para sumar en vez de dividir y para aplicar soluciones, aunque vayan contracorriente, demostrando un espíritu de perpetuidad que lleven esas, mas allá del tiempo y puedan servir de base a nuevas luchas futuras a sus predecesores.

Ya no vislumbramos posiciones radicales ni guerreras en las personas de nuestro entorno, ideologías o metas conjuntas para llevar nuestro estilo de vida, disponibilidad a la colaboración y ni siquiera voz para hacer saber los descontentos; se ha caído en una indolencia total donde el mundo es tan intimo y propio que no salpica ni siquiera a nuestros compañeros de vivienda, es el principio del fin de la utopía de una aldea global donde se dispersan formas y colores de una sociedad manejada y politizada por pocos que va dejando rastros de pasión y desconfianza, trozos de sueños que se quedan en las aulas y pupitres de la secundaria y algunas veces de la Universidad pero que cuando se enfrentan a las realidades desaparecen absorbidos por el consumismo o el facilismo, por la conveniencia de gozar de un tajo de los beneficios sin importar cuan perjudicial pueda ser para el entorno.

Las comunidades sobreviven con manejos interesados de los propios entes que manejan el poder y la mayoría de los que mueven esos hilos pertenecen a esos cuerpos viciados que han logrado aplicar el lema “Divide y vencerás” en vez del “En la unión esta la fuerza”.

La base real del sentimiento como lo son la mayoría de seres que sufren las debacles y los vaivenes que traen los cambios se encuentran sumidos en un desgano de compartir tan peligroso que han llevado al peligro de extinción la palabra comunidad como tal, como grupo de personas con un fin común, y ha llegado a tanto esa visión ontologica negativa que ni siquiera se incluyen dentro de los propios actos que tienen que ver con su núcleo familiar, ya las sociedades de padres en los institutos son solo un nombre ornamental, las congregaciones religiosas una etapa superada, las cooperativas y clubes un lugar para la corrupción, las asociaciones de vecinos un fantasma de políticos e inclusive los actos o reuniones sociales han perdido el encanto de los reencuentros o de compartir con otros seres a los que en alguna etapa de la vida tuvimos o tuvieron trascendencia en nuestras vidas, es la hora del ausentismo y de cambiar conciencia por indiferencia.

Si los motores que antes impulsaban estas comunidades no logran reactivarlas, si el carisma de algunos, la renovación de la fe en la religión, la educación mística y el esfuerzo de nuevas tendencias sociales, culturales y económicas no actúan de manera rápida en la indolencia que la ignorancia comunitaria ha dejado en la mayoría, el camino de la hoy comunidad indolente-títere ira degradándose hasta convertirse en agresora propia de sus pobladores.



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