Ángel y demonio

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Viento que viajas con lánguida pena, ¿no ves este infierno clamando su huella?

Intensa ensoñación de fusco destino, lívida conjura remontando el camino.

Recreas las artes con bella escritura, redactas mi noche con dulce ternura.

Existe un ardor que nos quema el alma, un ansia inmortal de invocada esperanza, que trasciende hacia ti en níveo suspiro, con cadencia en las alas de plumaje henchido.

De extraordinarios vocablos que desbordan los sentidos, palpitando un quejido en mi cuerpo dormido.

Viento que viajas con lánguida pena, ¿no ves este infierno clamando su huella?

Incliné mis labios en tu cimiente, un dardo lucero sobrevoló tu vientre. Errante el porvenir me obsequió la fortuna, el ángel que habita en los versos de la luna.

Sagrado éter de indigno mendigo, consumió mi poder sobre un pacto prohibido.

Vestida en destello cautivas el vuelo, cobijas mi alma en valles y senderos.

Viento que viajas con lánguida pena, ¿no ves este infierno clamando su huella?

No ves la codicia que alberga la inmensa premura de sus tretas.

Los delirios que navegan cuando sus manos flamean en las ansias ocultas de su guerra, provocando temblores de miedos profanos, divinos rubores de esperanzados ramos.

Una algarabía en tu presencia, la suculenta razón de tan fértil esencia.

Eres el ángel que siente con fuerza mi vuelo, yo soy el demonio que alumbra tu enardecido cielo.

Viento que viajas con lánguida pena, ¿no ves este infierno clamando su huella?



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