Estivenson

Entre esas personas que uno consigue en el camino se encuentra Estivenson, a quien conocí en uno de mis tantos viajes por el país, sin proponérmelo en Coro, donde poseía algunas agencias de lotería y hasta banqueaba parte de lo que vendían estos negocios.

Estaba quedado en el camino a causa de una falla en el carburador de su carro y se dirigía a Maracaibo.

Le arreglé el problema y seguimos viaje, comimos algo en el camino y desde ese momento comenzó una amistad.

Viajaba con frecuencia al Zulia para hacer compras, sobre todo tecnológicas, para las computadoras que usaba en sus negocios y buscaba algún técnico que pudiera ayudarlo en la reparación de estas, ya que según sus propias palabras, los de su ciudad no eran tan honestos como deberían.

Lo llevé hasta que un amigo que hacía ese trabajo y quedó encantado de haber encontrado la persona indicada.

Era poco hablador, solo cuando tomábamos alguna cerveza se explayaba en contar cosas de su vida y así entre tragos y tragos pude conocer de ella.

No era adinerado pero había logrado amasar cierta cantidad de dinero gracias a la venta de terminales de lotería, negoció que comenzó en su casa y que fue una especie de distracción a su tiempo libre, tras haber quedado cesante de la empresa donde trabajó toda su vida, a causa de un accidente laboral.

Le dedicó tiempo y empeño a su nuevo emprendimiento y se dedicó a ir invirtiendo en la compra de computadoras para hacerlo más rápido y productivo.

El dinero, según me decía, le trajo inconvenientes ya que se transformó en un imán para quienes lo necesitaban y eran parte de su grupo de familiares y amigos.

En un primer momento los complació pero luego se dio cuenta que algunos inventaban necesidades para obtener sus favores, por lo que se negó a ser parte de esto y comenzó a tener fama de avaro para ellos.

Algo que yo también viví en alguna época y por lo tanto lo comprendí.

-Prestar dinero a alguien para que salga de algún problema es como alargar el tiempo que sufrirá por esto, porque le sigue quedando la deuda.

-Pero les gana tiempo para resolverlo –le respondí.

-El 90% no lo aprovecha, sino que se mete en otro problema. Porque se acostumbra a esa práctica, si no fuera así los bancos estarían quebrados.

Un punto que me pareció interesante porque ciertamente hay personas que gastan su dinero antes de ganarlo, ya sea prestándolo o obteniendo créditos para cosas innecesarias.

-El capitalismo inventó el que las personas tuvieran acceso a cosas que no podían pagar a través del crédito y de esa manera tienen hipotecado al mundo. Leí alguna vez que en países desarrollados la herramienta financiera más usada es el crédito y que este termina siendo infinito, porque los intereses terminan absorbiendo el capital y en poco tiempo estas pagando lo que ya pagaste.

Me acordé de los árabes que llegaban ofreciendo mercancías a mi pueblo y de un amigo libanés que se había hecho rico con el negocio de los san, quien una vez me dijo que cuando el cliente pegaba la inicial del producto estaba cancelando sin saberlo el costo del mismo y que lo demás eran ganancias para el vendedor.

-Yo no presto dinero a nadie, si tengo la manera se lo regalo y así le resuelvo dos problemas, el que pueda salir de su apuro y además el mantener la amistad, ya que la gran mayoría se pone brava cuando le cobras.

El hombre sin dudas hablaba desde su experiencia y esta era común en muchos, incluyéndome, ya que sus palabras siempre me levaban a un episodio de mi vida.

Cuando llegó la crisis de las loterías, con el cierre de algunas y la persecución a quienes poseían este negocio, Estivenson, tras ser apresado y tener que pagar dinero en abogados, por negarse a ser extorsionado por la propia ley, cerró las suyas, compró dos autobuses buscama y los puso a trabajar en una empresa de transporte que viajaba desde Maracaibo hasta Caracas, con escala en Coro.

De vez en cuando lo visito, cuando voy a hacer algo a su ciudad porque él ha dejado de viajar a Maracaibo ya que tuvo un accidente donde se destrozó la rodilla de una pierna y quedó cojo.