An adventure in Tlaquepaque / Una aventura en Tlaquepaque

Eran como las once de la noche del 23 de abril de 2017, habíamos pasado la tarde escuchando algunas pláticas sobre el día internacional del libro, pero desde las siete disfrutábamos de la música de mariachi y platillos regionales, por supuesto con su debida degustación de tequila. Ya después de cenar nos invitaron unas cazuelas que era algo así como jugo de toronja con tequila y fruta picada, el ambiente estaba imposible de mejorar, si hubiera podido medir de alguna forma mi serotonina, yo diría que estaba al límite. La fiesta parecía que se extendería por toda la noche, pero a mi ya me estaba dando sueño y, la verdad, ya me sentía bastante ebrio, así es que me despedí de mis amigos y me fui caminando al hotel disfrutando de aquellas hermosas calles empedradas.

El aroma de un árbol me hizo detenerme, eran unas pequeñas flores que despedían un aroma muy similar al de las gardenias pero en miniatura, después me llamó la atención una cantina que estaba a un lado de la nevería por la que habíamos pasado en la tarde, decidí entrar para ver que tal estaba, el lugar era bastante amplio, tenía unas mesas de madera con el tradicional tablero de damas inglesas labrado en la superficie, todo ambientado al estilo del salvaje oeste.

Tan pronto tomé asiento, llegó un mesero a preguntar que iba a tomar.

-Quiero una cerveza y unos cacahuates por favor- le dije. El se retiro y casi enseguida me trajo mi cerveza, me llamó la atención la fotografía en blanco y negro de una hermosa mujer muy al estilo de los sesentas, con su cabello abultado hacía arriba y un lunar pintado cerca del labio superior llevándose las manos hacia la boca en señal de sorpresa mientras al lado de ella estaba un horrible sujeto que la miraba fijamente con ojos libidinosos, traía el cabello que parecía que había salido de una explosión y una prominente verruga en la barbilla que se confundía con su barba mal afeitada.

Un rato mas tarde se acercó un sujeto con una botella de tequila y dos vasos en la mano

-Buenas tardes amigo, lo puedo acompañar mientras jugamos dominó- me dijo

-Si, por que no- le dije

Junto con el se sentaron otros dos desconocidos y empezamos a jugar. Estaba por pedir mi sexta cerveza cuando el mesero se acerca con una cubeta con doce cervezas con hielo hasta arriba.

-Ora, y esto?- le pregunté al mesero.

-Cortesía de la dama de rojo- me dijo.

Yo voltee hacia donde el mesero apuntó, pero ahí no había ninguna dama o alguien vestido de rojo. No le di importancia y seguí jugando dominó con los desconocidos. Un par de horas mas tarde ya se había terminado el tequila y las cervezas, le hablé al mesero para que se trajera otro doce y algo de botana. Unos minutos mas tarde nos trajeron las cervezas, otra botella de tequila, unas mojarras fritas y unos tacos de jaiba que estaban deliciosos realmente.

Pasaron una par de horas mas cuando recordé que al siguiente día tenía que ir a trabajar, ya los compañeros de juego se habían retirado y ya me sentía bastante cansado, le pedí al mesero que trajera la cuenta y me dispuse a pagar, pero cuando quise alcanzar mi cartera, no estaba.

Sentí como mi cara enrojecía súbitamente, ¿Como iba a pagar?, miré el tablero, miré debajo de la mesa a ver si se me había caído, pero nada. Me empezó a doler la nuca y el brazo derecho muy feo ¿Y ahora que hago?, no traía reloj, no traía nada de valor con que librarme.

En eso, el ruido de unos tacones altos me sacó de mis pensamientos, una mujer con uniforme azul muy entallado y unas esposas en la mano se acercaba.

-¿No va a pagar?- me dijo, mientras el mesero me veía casi riendose

Traté de explicarle que posiblemente me habían robado, pero no me dio oportunidad, me puso las esposas y me sacó de la cantina a jalones. De pronto se escucharon las carcajadas, eran mis compañeros de trabajo, había dejado olvidada mi cartera en el restaurante donde dieron las conferencias.