Continúo el tema de la relación entre producción estética e interioridad, aportando reflexiones de tres escritores y pensadores relevantes en nuestro mundo contemporáneo que abren otra perspectiva de esa vinculación. Veamos.

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Del poeta, novelista y ensayista ruso-francés Alain Bosquet este interesante pensamiento:

Toda obra lleva anexa la impronta de un mecanismo psíquico que la integra…

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El reconocido novelista y ensayista peruano Mario Vargas Llosa ha producido textos donde encontramos ideas de gran importancia sobre la creación, como en sus libros La orgía perpetua y Viaje a la ficción. Aquí una de tantos:

En el embrión de toda obra bulle una inconformidad, late un deseo.

Finalmente, una puntual reflexión del filósofo y novelista francés Maurice Blanchot, sin duda uno de los más densos pensadores modernos de la literatura, condición de la que son muestra sus libros principales El espacio literario y Diálogo inconcluso. Seguramente, acudiremos a Blanchot en otros momentos de esta serie abierta.

Toda búsqueda es una crisis.

El componente psíquico del proceso de creación estética y la obra que de él surge es innegable, como afirma Bosquet. Desde los antiguos (sobre todo en los griegos) se ha sabido que el arte es una expresión del alma (psique), y que en ella se procesa la vivencia que vamos convirtiendo en experiencia, con la intervención de la memoria afectiva. La obra es el producto de una "forja del alma", como le llaman algunos autores, en el sentido de algo que se procesa en nuestra "fragua" interior. Y ella puede ser solo una imagen, que actúa como huella en nosotros.

Podemos conectar lo anterior con lo expresado por Vargas Llosa, pues, ciertamente, nuestra psique suele funcionar por interrogantes, que abrigan la duda y el desconcierto, a la par que una necesidad, una búsqueda para responder a ese pequeño o gran conflicto interior. Quizás la inconformidad (que no necesariamente ansiedad) y el deseo que de ella se puede derivar sean los móviles de una posible obra artística.

Ahora, si la búsqueda es propia del proceso de creación, aunque no sea del todo consciente ni voluntaria, ella implica una suerte de marea o condensación interior en la que se pone en juego (aunque sea pasajeramente) nuestra aparente estabilidad o normalidad. Así, como verticalmente afirma Blanchot, si es una búsqueda artística verdadera (y no sólo la respuesta a una conveniencia exterior, a una oportunidad), significará un estado o procesos de crisis, entendiendo que esta es la crítica, en primer lugar de nosotros mismos, y luego de nosotros en el mundo.

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Agradecido por su lectura.

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