Desde que tengo 6 años de edad, es decir, desde hace casi 22 años se me diagnosticó el tener miopía en un ojo y miopía con astigmatismo en el otro; definitivamente una combinación de enfermedades de salud visual horribles para un niño tan pequeño.

Supimos que tenía esos problemas porque en el colegio me tenía que acercar mucho al pizarrón para ver y comenzaba a sufrir de dolores de cabeza muy constantes y muy punzantes que me hacían llorar del dolor.

Lo más increíble de todo es que nunca me había dado cuenta de que veía mal y borroso, hasta que tuve mis primeros lentes.

Creo que tengo muy pocos recuerdos de cuando veía bien sin lentes, pero sí recuerdo ese día en el que me pusieron mis primeros lentes, el cómo pude abrir los ojos bien por primera vez y le gritaba a mi papá que podía ver los letreros y me ponía a leer todas las letras pequeñas que encontrara en frascos o cualquier cosa, me sentía en una plenitud de felicidad.

En aquél entonces no imaginaba realmente lo costoso que era mantenerme teniendo mis lentes, los cuáles debo cambiar casi anualmente porque la progresión de mi enfermedad es muy ruda, la única forma de detenerla es operándome, pero aunque lo intenté durante muchos años, nunca me aprobaron la operación en el seguro de vida que tengo.

Una de las mejores cosas que me han pasado en la vida fue conocer a los lentes de contacto; fue primero en el 4to año de bachillerato donde me los coloqué por primera vez, ya que, realmente comenzaban a molestarme los lentes convencionales, me irritaban la naríz y no podía hacer ejercicio con ellos de una forma cómoda.

Entonces, decidí optar por comprarme unos lentes de contacto para poder ver, fue una compra increíble que duraba un año, dividido en un par por mes que tenía que desechar, podía ver mejor, sentía como si no estuviera utilizando lentes y me hacía pensar en cómo sería la vida sin tener que utilizarlos nunca más, el poder despertar y simplemente comenzar a ver todo detallado con mis propios ojos.

Sin embargo, una vez pasé una de las experiencias más traumantes al utilizar lentes de contacto, motivado al hecho de que jugaba mucho fútbol en ambientes llenos de mucha tierra y no tenía una higiene a plenitud en mis manos al momento de lavar los lentes, sufrí una úlsera corneal, que para los que no saben qué es, pues imagínense tener una espinilla en la córnea del ojo.

Sí, así como lo leen, esa enfermedad por poco me deja ciego de un ojo y la manera en la que pude combatirla fue horrible, porque tuvieron que estriparme esa úlcera utilizando un hisopo que me frotaron en la córnea muchas veces para luego retirarme ese líquido.

Durante la enfermedad, me volví exageradamente fotosensible, por lo que ningún tipo de iluminación directa a mi ojo izquierdo me hacía bien, tuve que durar varios días sin poder abrir bien mi ojo, fue un percance horrible, pero me dió una buena enseñanza.

Actualmente mis lentes me han ayudado muchísimo, sigo con mis lentes convencionales y mis lentes de contacto por la danza, pero resulta que mis lentes convencionales me han generado una dermatitis en la cara, justo en el área debajo de los ojos donde la montura hace contacto con la piel y eso me ha tenido bastante afectado, porque nunca he sufrido de nada que tenga que ver con la piel en mi cara, ya que siempre me he cuidado la piel con muchísimo cuidado.

Obviamente, la solución sería cambiar de montura, pero hoy en día, el tipo de cristales que yo utilizo, amerita un gasto de aproximadamente unos 60-70$ que por los momentos no tengo a menos de que descomplete para las cosas de mi casa, poco a poco estoy reuniendo para volver a comprar mis lentes convencionales y renovar mis lentes de contacto.

Debería ir al oftalmólogo también porque también estoy sufriendo de dolores de cabeza muy extraños de forma esporádica y siento que tiene que ver el hecho de que la fórmula de mis lentes se haya vencido y tal vez esté forzando un poco la vista.