Charles Baudelaire: escritor fundacional de la lírica moderna (y IV)

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Portada de una edición de El Spleen de París Fuente

El poema en prosa y la ciudad

Como apuntáramos en posts anteriores, Baudelaire es el gran impulsor de esa modalidad renovadora de la poesía, el poema en prosa. Influido por su reiterada lectura del libro Gaspard de la noche de Aloysius Bertrand, escribe otra de sus importantes obras: El Spleen de París, con el subtítulo Pequeños poemas en prosa. En su presentación hallamos una forma indirecta de caracterizar esa forma poética:

¿Quién de nosotros no ha soñado, en momentos de ambición, con el milagro de una prosa poética, musical sin rima, lo suficientemente sutil y destacado como para adaptarse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresaltos de la conciencia?

El gran objeto de su libro será la ciudad moderna, que se convierte para Baudelaire en una fuente fascinadora; su miseria, degradación, artificialidad, su mal, despiden un resplandor, funcionan como un misterio. Así señala en el prefacio citado: "De la frecuentación de las ciudades enormes, del encuentro de sus innumerables relaciones, es de donde nace este ideal obsesionante". También con ello Baudelaire inauguraba un camino relevante para la poesía venidera.


Calle de París Fuente


Y para ello acude a una figura de gran relevancia para su visión y experiencia: el paseante ("flâneur"), el caminante que deambula sin rumbo prefijado las calles de la ciudad y observa atento. Veamos lo que dice en El pintor de la vida moderna:

(…) ver el mundo, ser el centro del mundo y permanecer oculto al mundo, tales son algunos de los menores placeres de esos espíritus independientes, apasionados, imparciales, que la lengua solo puede definir torpemente. El observador es un príncipe que disfruta en todas partes de ser incógnito. El aficionado a la vida hace del mundo su familia (…)

Inspirado en el artista Constantin Guys, realza esta figura tan atractiva. Del poema "Las muchedumbres" del mencionado libro, citaremos unos fragmentos:


"Calle de París, en un día lluvioso" (1877), de Gustave Caillebotte Fuente


No a todos les es dado tomar un baño de multitud: gozar de la naturaleza es un arte; y el único que puede darse un atracón de vitalidad a costa del género humano es aquel a quien un hada insufló en su cuna el gusto del disfraz y de la máscara, el odio del domicilio y la pasión del viaje.
Multitud, soledad: términos iguales y convertibles para el poeta activo y fecundo. Quien no sabe poblar su soledad no sabe tampoco estar solo en medio de una muchedumbre atareada.
El poeta goza de este incomparable privilegio de poder ser a su albedrío él mismo y los demás. (…)
El paseante solitario y pensativo saca una embriaguez muy particular de esta comunión universal. (…)

Aprovechemos el punto para resaltar -pues no podremos tratarlo ampliamente- que la reflexión sobre el proceso y el acto estético y poético tiene en Baudelaire uno de sus principales iniciadores. Puede decirse que, tanto en su poesía como en sus ensayos y crítica artística (como la dedicada a Delacroix), se delineó gran parte de la conciencia estética de la modernidad, convertida en teoría de la auto-reflexividad o metaficción. Sólo una breve cita de su ensayo El pintor de la vida moderna:

La modernidad es lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, la mitad del arte, cuya otra mitad es lo eterno y lo inmutable.
(…)
(…) para que toda modernidad sea digna de convertirse en antigüedad, es necesario que se haya extraído la belleza misteriosa que la vida humana introduce involuntariamente.


"Collins St., 5 pm" (1955), de John Brack Fuente


Disonancia con la modernidad

La relación de Baudelaire con la modernidad es contradictoria, ambivalente, e incluso, en algunos rasgos, divergente. Si la modernidad (que él ha bautizado y delineado) vivifica la belleza, es la que la hace posible desde su transitoriedad y contingencia, también es la marca de la muerte, como enuncia Paz.

Su crítica al Progreso manifiesta esta inconformidad. En varios textos suyos la encontraremos. Por ejemplo, en su artículo sobre la Exposición Universal de Bellas Artes, de 1855, leemos:

También está muy de moda un error que quiero rehuir como el infierno: me
refiero a la idea de progreso. Ese fanal oscuro, invención del filosofismo actual,
patentado sin garantía a nombre de la naturaleza o de la Divinidad, esa linterna
moderna arroja tinieblas sobre todos los objetos del conocimiento; la libertad
se desvanece, el castigo desaparece. Quien desee ver con claridad la historia debe,
antes que nada, apagar ese pérfido fanal.

Lo nuevo no tendrá en Baudelaire ese valor absoluto que le otorga lo moderno; no hay en él idolatría a hacia lo nuevo, sino más bien un sentido melancólico y desesperado, como acota Compagnon.


Charles Baudelaire, en una fotograía de Félix Nadar Fuente


Baudelaire por sí mismo

Para finalizar, podemos dar una mirada a lo que Baudelaire dice de sí mismo en Cohetes y Mi corazón al desnudo, donde presenta pensamientos autorreflexivos, que son una muestra que cómo se pensaba, en medio de esas tensiones que lo marcaron, su escisión interior, su melancolía y su hedonismo.

En cuanto a mí, que siento dentro algunas veces el ridículo de un profeta, sé que jamás encontraré la caridad de un médico. Perdido en este mezquino mundo, a codazos con las multitudes, soy como un hombre abrumado, cuyos ojos no ven, mirando hacia atrás, en los años profundos, más que cansancio y amargura, y ante sí más que una tempestad sin nada nuevo, sin dolor ni enseñanza.

Sentimiento de soledad, desde mi infancia. A pesar de la familia, y en medio de mis amigos, sobre todo, –sentimiento de un destino eternamente solitario.
Sin embargo, gusto muy vivo por la vida y por el placer.

Referencias bibliográficas

Baudelaire, Charles (1973). Las Flores del Mal / Los Paraísos artificiales / El Spleen de París. España: Edit. Bruguera.
Baudelaire, Charles (1999). Salones y otros escritos sobre arte (2ª edición). España: Edit. Visor.
Baudelaire, Charles (2008). Diarios íntimos. Venezuela: Edit. El perro y la rana.
Compagnon, Antoine (1993). Las cinco paradojas de la modernidad. Venezuela: Monte Ávila.
Paz, Octavio (1985). Los hijos del limo. Colombia: Edit. La Oveja Negra.

Nota: Puede acceder a versiones en español o francés de poemas de la obra de Baudelaire en el siguiente enlace: *.

Si estás interesado en leer los posts anteriores de esta serie, puedes visitar los siguientes enlaces:
Modernidad literaria, Romanticismo alemán , Romanticismo ingles I, Romanticismo inglés II, Romanticismo francés I y Romanticismo francés II, Realismo literario I, Realismo II, Realismo literario III, Parnasianismo I, Parnasianismo II, Edgar Allan Poe I, Edgar Allan Poe II, Edgar Allan Poe III, Walt Whitman I, Walt Whitman II, Simbolismo I, Simbolismo II, Decadentismo I, Decadentismo II, Baudelaire I, Baudelaire II, Baudelaire III.

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"diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio."(Marcos 1:11)

Pregunta de la biblia, ¿Cómo se hace que un niño obedezca?

Mira el Video a continuación para saber la respuesta...
(Perdón por enviar este comentario. No estamos buscando nuestro beneficio propio, su intención es predicar las palabras de Dios de cualquier manera posible).


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