Las experiencias de la vida nos dejan enseñanzas importantes como evitar la certeza de que siempre tendremos tiempo. Si bien las horas son infinitas, no es eterno cada minuto de nuestra vida, por ello se debe valorar cada aprendizaje y atesorar lo mejor en nuestra alma.

Cada día que vivimos, hace más valioso el tiempo invertido, porque nos resta ese instante que pasa frente a nuestros sentidos. Es importante que quede de cada día una vivencia que nos de valor, una palabra que nos nutra el léxico y si el mundo el bueno sumaremos cada día un amigo.

Es absolutamente tonto gastar tiempo en enfados, disgustos o enojos; lo mejor es ignorar a los que quieren hacer daño a nuestro entorno.

Tampoco se debe perder ni un instante en gente negativa; si alguien quiere desprestigiar nuestro trabajo, o nuestra amistad es necesario recordar que nuestro ejemplo es la mejor carta de presentación; la confianza e inteligencia son las mejores armas contra la ruindad de los agresores. No gastemos tiempo en esas personas negativas, pasemos la página y adiós.

Sabes que aprovechas tu tiempo cuando a pesar de los días duros, eres capaz de levantarte, recuperarte y volver a comenzar con ilusiones nuevas.

El mejor regalo que podemos dar es nuestro tiempo y dedicación; todo en equilibro con nuestra paz, satisfacción interior, coherencia, nuestra alegría, y el mejor de los ánimos. Esa plenitud única e indescriptible es la que se produce al saber que aprovechamos nuestro tiempo de forma positiva confiando en nosotros mismos.

Debemos vivir contentos e ilusionados con nuestras obras, con nuestros actos, junto a los aprendizajes y enseñanzas logrados en nuestro tiempo de vida.