El tren / Un relato sobre el poder del amor

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El tren

Lo vio atado. Podía cruzar sin riesgo, seguir su camino, llegar al trabajo; tal como lo hizo. Muchos iban a la cafetería a por ella. Le sobraban insinuaciones, pero las rechazaba.

Esa mañana estuvo distraída, aquello que vio atado, se le ató a la mente; la imagen se le agigantaba al recordarla como una víctima a la que le pasarían por encima. ¡Qué suerte que no era ella!, no lo envidiaba, tampoco podía sacárselo de la cabeza.

El “bendito” que había destrozado a muchos recibiría una dosis de su propio infierno. Debía estar normal, era solo uno más, pero uno atado. ¡No!, era el suyo, al que volverían pedazos, al que pudo desatar como harían con otra víctima atada a los rieles. A lo mejor alguien lo salvó. Lo sabría al regresar, y de encontrar la reguera de hierro bañada en charcas de grasa, no la miraría para no tener pesadillas.

¿Quién no se asombraría con un tren atado?

Ella no se asombró. Pobre tren, la muerte lo disfrutaría, sería su juguete, seguro lo merecía, a lo mejor era un tren de mala carga, alguien que no merecía ser salvado por una chica que servía el café en una tienda y que había rechazado todas las insinuaciones porque todas le eran común, no como su tren atado: largo, feroz, aventurero, cuántas distancias tendría en sus rieles; caballo de metal que desafiaba al tiempo, anhelando desprenderse e irse por los cielos como un fierro volador, ese sí valía la pena, con él sí se iría por el mundo.

Pensó que hasta podrían tener hijos, sería tan sencillo que llegara a mi corazón, me abriría para que entrara con toda su potencia, con su furia demoledora de rieles, en su largura, qué importa que duela al meterse en mis huesos, estacionándose en mis contornos hasta enroscar sus vagones en mi cuerpo, soy joven, a mi amor solo lo desconcierta lo inesperado, como ese tren atado, cuyas cuerdas lo reducían a una inútil carrocería.

Si lo hubieran visto, parecía resignado a su suerte como si la vida ya no tuviera hierro para ruñirle, yo pude salvarlo, ¡puedo salvarlo! y no me importa que digan que tarde o temprano llegará un tren y nos arrollará, que hay que tener un plan para que nos pase por un lado, yo no quiero que me orille ni que me deje, y no se lo dejaré a la muerte, lo encarrilaré y lo volveré más fuerte que un héroe, más eterno que un dios y más inmenso que una montaña.

Se llevó el resto de la tarde con ella porque cerró temprano. Había dicho algo sobre un tren atado, por la prensa dijeron que Estaba partida, quebrada por dentro como si algo muy largo se le hubiera enroscado en los huesos, le hubiera recorrido las vértebras hasta el pecho, donde su corazón debía estar, pero lo que haya sido que se lo llevó, se fugó tan rápido que solo dejó un túnel.

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Imágenes diseñas por @elemarg25 con las herramientas de PicsArt



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