Los regalos diarios - Vivencias

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Desde hace tiempo he escrito acerca de todo lo que recibimos diariamente. No solemos contabilizar la cuantía de todo lo que recibimos desde que nos levantamos hasta que nos dormimos. Solemos ser injustos y abundar sobre lo que consideramos malo o negativo y damos por sentado que lo demás nos toca.
 
Desde el aire que respiramos, que ahora es tan vigente notar que puede faltarnos en cualquier momento; el agua que echamos de menos y se desborda abundante en copiosas gotas de lluvia; la vida que todos llevamos encima y lo presumimos como algo eterno, la compañía, la conversación, la felicidad, la música, los niños, la belleza, la naturaleza con toda su exuberancia todo se nos da y de manera gratuita.

A Happy Halloween to You!.png

 

Quiero contar la anécdota recientemente vivida. En el mes de enero sufrí una caída que me mantuvo por casi un mes con el brazo derecho prácticamente inmovilizado, además de otras molestias. Ahora voy pendiente del piso, no deseo volver a caerme, cuando subo a un transporte público estoy atenta de agarrarme bien, subir y bajar con mucho cuidado. No siempre es posible seleccionar el autobús menos incómodo.
 
Recientemente venía en uno de ellos, este tenía los escalones bastante altos y desde antes de llegar a mi sitio de parada pensaba en las maniobras que tendría que hacer para bajarme. En momentos donde nadie desea ser tocado por miedo a contagio, yo solo miraba donde me apoyaría al bajarme. Unos minutos antes había subido una joven mujer que visiblemente mostraba una característica que la volvía especial, ella venía cantando, bailando y echándole broma al chofer quien le seguía el juego divertido.
 
Alguien de atrás pidió parada, era también el sitio donde me correspondía quedarme; la joven mujer se lanzó primero y el chofer le preguntó si se quedaría ahí y ella le dijo que no, que se había bajado para ayudarme a bajar a mí, ya yo iba en camino bajando los escalones y ella estiró los brazos y con fuerza me sostuvo y fue el apoyo para que yo saliera sin problemas. Mi reacción fue decir: “¿cómo sabías tú que yo venía pendiente de cómo iba a descender del bus?”, le di las gracias, ella solo sonrió y volvió a subir.
 
Ese resto de día no podía quitarme de la mente el regalo que había recibido, con esa ayuda también me transmitió el mensaje de que hay algo más grande que nos acompaña siempre. Y vivir con esa certeza es algo muy hermoso. Te dejo ese regalo a ti también.
 

Contenido original
Imagen elaborada con el programa de edición online canva.com


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