¿Qué arte consumir?

Cuando de arte se trata, he visto ciertas frases, que más que poseer la intención de incluir, tienden a ser superficialidades insostenibles. "Todo es arte", "todo es subjetivo", y así contando, podemos ver varias ideas por el estilo, que más que ayudar a entender sobre el arte que se consume, son una manera de evadir la responsabilidad de poner ciertos sesgos necesarios para tener pensamientos consistentes de una materia cualquiera.

Para la primera de estas aseveraciones, debe hablarse del concepto de arte. Y antes de mencionarlo, hay que hacer la salvedad de que una definición trae implícito un cerco. Si, a la hora de concebir un conjunto, su construcción no tiene un criterio de sesgo, el mismo carece de sentido. Solo hay que detenerse a pensar en todo aquello a nuestro alrededor que posee clasificaciones. Estas tienen límite. En otras palabras, si "todo es arte", nada lo es. Aquí entonces, voy a hacer trampa, o mejor dicho, una contra-trampa, anticipada claro. Me guardo para mí, mi definición formal de arte, y así evito que se le busquen resquicios para que se cuele en ella lo que no considero como tal. Que cada quien tenga su idea propia, solo que recuerde lo que he dicho antes: cuidado con las fronteras, no se pueden pasar por alto.

La otra frase apunta a algo, que si se indaga, tiene sentido. La subjetividad de cada quien se construye a partir de sus propias experiencias. Cosas como la cultura, el contexto, la situación económica, y tantos otros factores, influyen en cada quien a admirar ciertos tipos de arte de modo más urgente que otros. Sin embargo, no todo es tan diferente. Se han podido demostrar increíbles similitudes en diversas manifestaciones, de civilizaciones distanciadas tanto en el tiempo como en el espacio. Es que existe un fondo común para el ser humano, que le permite empatizar con expresiones que le resulten exóticas o raras, si este se lo propone. El problema recae, pues, en el uso que he visto de la frase, como aceptando una diferencia que no se es capaz de comprender. Cuando, si de arte y emociones se trata, realmente no es tan difícil que nos pongamos en el lugar de aquel que admira una obra.

Respecto a la pregunta de cuál consumir, hablo desde mi experiencia. No siempre se tiene claro hacia donde apunta la necesidad propia. Es la experiencia, sumada también a los consejos o la imitación, lo que tiende al impulso de un tipo de consumo. Mas, una parte de ser maduro, significa conocer en cierta medida cómo queremos, y necesitamos, interpretar la realidad. No asumir este conocimiento, es dejar a la deriva el espíritu, es permitir que otro decida por uno en este aspecto, es negarse al ejercicio de una voluntad vital. En este sentido, el arte que busco debe ser edificante, debe mover a la incertidumbre, debe ser creativo, debe sacarme de mi zona de confort, debe ser virtuoso, debo poderlo compartir, o debe cumplir al menos dos de ese grupillo de propiedades. Allí se encapsula, a mi entender, el criterio estético.

Desde la dirección que se vea, el arte es síntesis, y corresponde a quien lo aprecia la labor de deconstruir para entederlo. Es por ello que puede ser edificante, porque hay que poner un pedacito de uno mismo para entender las cosas. Esto pasa a menudo cuando me saca de mi zona de confort, y le da belleza a elementos que por voluntad propia, quizás yo no se las daría. Y resulta bello cuando una obra logra mantener cierto halo de incertidumbre, llamando a volver sobre ella para sacar nueva información. Algo además que pueda ser cuestionado. Que se le pueda encarar, y decirle : "¿Qué haces? ¿Para qué sirves?". Y que asimismo nazcan de ella respuestas que llenen.

Varias son las formas en que la creatividad puede ser expresada. Y una de las más interesantes, es cuando logra arrojar una luz sobre aquello que se ve todos los días, y de lo cual no se percibe lo maravilloso.

De igual manera, si es motivo de felicidad contemplar una obra bella, dichoso también resulta poder compartir ese entusiasmo.

Esta interrogante nunca va a estar descontextualizada. Por ello siempre es bueno tomarse un momento para intentar responderla, o escuchar lo que otros tienen para decir al respecto.