¿Cuál de los seres que camina sobre la tierra lo hace primero a cuatro patas, después a dos y luego, cuando se vuelve débil utiliza tres patas? Con esta pregunta la Esfinge, instalada a las puertas de Tebas, pretendió desafiar a Edipo. Hera, la esposa de Zeus, tenía la costumbre de desatar su furia contra los mortales, no perdía oportunidad de repartir castigos, era una Diosa vengadora.

En una oportunidad para cobrar alguna afrenta, que según ella había recibido, decidió instalar en la ciudad de Tebas un monstruo conocido como Esfinge, era una especie de animal con cuerpo de León, alas de pájaro y rostro femenino. La Esfinge devoraba a todos los humanos que pretendían ingresar a la ciudad, pero antes de comerlos les daba una oportunidad de salvar la vida, les lanzaba un indescifrable enigma. La mayoría no podía resolverlo y era engullido sin piedad. Pero un día no fue así.

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Los triunfos de la Esfinge terminaron el día en que se presentó Edipo a las puertas de la ciudad, un joven que regresaba luego de haber sido forzado a abandonarla cuando era niño. Al encontrarse Edipo frente a la Esfinge, esta presuntuosa le propuso el desafío, la pregunta hecha al mortal fue la que inicia este texto y la respuesta de Edipo, fue la siguiente: ”El hombre gatea de niño, camina sobre sus dos piernas de adulto y, cuando se hace viejo, utiliza bastón”. Ante tal respuesta la Esfinge entró en cólera y se lanzó por un precipicio.

Tanto la Esfinge como Edipo nos dejan una linda metáfora para comprender el proceso evolutivo de la vida humana, el ciclo de la existencia. Nacemos como seres desvalidos, nos hacemos adultos y, luego, al final de la vida, declinan nuestras fuerzas, algunos vuelven a ser desvalidos y morimos. El proceso del envejecimiento es consustancial con la vida. Desde el momento del nacimiento comienza un proceso en el que el cuerpo, luego de alcanzado el desarrollo, comienza a declinar.

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Llega un momento en que la acumulación de los daños moleculares y celulares es tan grande que acelera un proceso de deterioro de las capacidades físicas y mentales, el cuerpo queda indefenso ante los ataques de la enfermedad hasta llegar a la muerte. Este proceso es inevitable, inexorable y necesario para que la vida pueda continuar su ciclo infinito.

En nuestro tiempo tenemos la creencia que la vida humana es más larga que en épocas anteriores. Esto es parcialmente cierto. En la antigüedad hay muchos testimonios de longevidad; en los relatos bíblicos se da cuenta de seres con largas existencias; la mayoría de los grandes pensadores griegos conocieron la vejez, para ser integrante del senado romano tenían que ser mayores de 35 años, en fin… Lo que sí es cierto es que las condiciones de vida de un filósofo, de un magistrado o de un rey no eran equivalentes a la del resto de la población, era muy difícil que una persona que fuera esclava llegara a la vejez.

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Sin embargo, hay un hecho irrebatible, En el siglo XXI tenemos en el planeta la mayor cantidad de seres humanos de todos los tiempos, más de siete mil quinientos millones de personas, de esos casi mil millones son mayores de 60 años, el umbral que marca la Organización Mundial de la Salud para decir que se inicia la vejez. Los organismos internacionales estiman que esta cifra de población en estado de vejez continuará creciendo y superará los dos mil millones de habitantes para el 2050.

El aumento de la población en condición de vejez supone una serie de retos para la sociedad actual. Un problema que afecta la atención de los ancianos es el cambio de modelo en los grupos familiares. Cuando la familia era extendida había muchas probabilidades de que cualquier integrante del grupo familiar ayudará con las atenciones de los más viejos, entre todos podían turnarse y colaborar. Pero en el modelo de familia nuclear, que es el que va predominando en nuestro tiempo, el número de integrantes se reduce y con ello aumenta la dificultad para la atención de los mayores, el anciano tiene mucho chance de acabar en soledad.

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Los países han actuado de diferente modo para enfrentar esta realidad del envejecimiento poblacional. En el caso de Europa, donde el proceso de envejecimiento fue gradual, las sociedades tuvieron tiempo de adaptarse a la situación, pudieron preparar los sistemas de asistencia. Europa se enfocó en hacer menos penosos los achaques de la edad.

En el caso latinoamericano la situación es distinta. Nuestros países fueron adaptando patrones de consumo y asistencia médica que hicieron que el proceso de crecimiento de la población vieja fuera mucho más rápido. El proceso que tardó en Europa doscientos años, los países latinoamericanos lo han vivido en 50. La sociedad mundial requiere la realización de enormes esfuerzos para promover una toma de conciencia sobre la necesidad de crear condiciones de vida para la vejez.

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Muchos ancianos son relegados a una existencia estéril cuando aún tienen las capacidades para aportar ideas. En las sociedades antiguas los ancianos eran una fuente de consulta permanente. Su sabiduría y experiencia eran tomadas en consideración para dirimir conflictos de la convivencia. Las personas mayores son historias vivientes que pueden contribuir a afinar las perspectivas de las nuevas generaciones. Una revalorización de la vejez es necesaria para minimizar el maltrato de los ancianos.

Las Naciones Unidas preocupada por esta realidad, ha declarado el 15 de junio de cada año como el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. La iniciativa pretende promover la toma de conciencia sobre el cuido de las personas mayores; la comunidad mundial debe sensibilizarse ante esta situación. Todos deben condenar el maltrato al anciano. Así como el niño no puede vivir sin compañía, pues estaría condenado a perecer, del mismo modo las personas mayores necesitan el acompañamiento. Es lo menos que se puede hacer por aquellos que lograron llegar a la edad dorada.

Más información: 1, 2 y 3

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