Venezuela es reconocida en el mundo por varias razones y una de estas es la variedad de climas que se pueden encontrar dentro de sus fronteras. Aunque confieso que no estoy de acuerdo con estos límites políticos territoriales, también es cierto que debemos dar nombres a los sitios para tener noción de las ubicaciones de forma más precisa.

Así que, la naturaleza nos ha dado la oportunidad de disfrutar de su esplendor y variedad por haber nacido en una zona inter-tropical que por su geografía, poseer grandes grupos montañosos, estar en la frontera donde los vientos del sur chocan con los del norte, la influencia del mar Caribe y el Atlántico, hace que podamos experimentar su majestuosidad y sus distintas formas de presentarse con ambientes que van desde los templados y de altura, tropicales de sabana hasta los climas semi áridos, desérticos, de selva y muchos más... ¡Todo en un mismo lugar!

Está diversidad de climas hace que también sus construcciones, casas y edificios sea bastante heterogénea dependiendo del sitio exacto donde estemos ubicados.

Como les comenté en mi anterior publicación, estuve de visita en un sitio que esta situado sobre montañas que superan los 1750 msnm, con temperaturas bastantes frescas durante todo el día debido a la altura y a las propias formaciones donde abundan los acantilados.

Por este motivo, la mayoría de las construcciones de los alrededores son viviendas fabricadas con materiales ligeros tipo chalets, bloques de ladrillo y vigas metálicas que pueden afianzarse muy bien en las colinas. Por dentro son bastante frescas, espaciosas, generalmente las paredes pintadas con colores claros, definitivamente es fácil pasar tiempo allí, es un sitio de mucha luz tanto visual como sensorial.

También se pueden observar grandes contrucciones en sitios más estables, pero en menor proporción. La belleza del sitio es propiciada por los asentamientos antes descritos los cuales se utilizan como casa de campo o bien sea para rentarlos a los turistas que suben con gran frecuencia por sus escasos 30 minutos de carretera para llegar desde la ciudad capital.

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La pasé muy bien en medio de estás montañas, el amanecer, las nubes rompiéndose entre tus dedos, la llegada del ocaso es realmente espectacular y si a todo esto le sumamos los colores, el aire puro oxigenando cada célula de tu ser en medio de la compañía calurosa de los lugareños, el buen trato, es para estar dispuestos a volver cuando la vida abra la siguiente oportunidad.

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Gracias por disfrutar junto a mí, este vivido y sentido viaje recreacional, el cual recibí como el mejor de los regalos en un buen intervalo de tiempo, Gracias...