Relato: Sobre los Bolton (I)

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Londres, Inglaterra, 1886.

"Estoy sorprendido de que madre haya ido a tu casa solo para hacerte reclamaciones", comentó el inspector George Raleigh mientras tomaba un sorbo de su té Earl Grey. "El detective privado sin duda ha hecho un trabajo magnífico".

Lady Aline Elliot, marquesa de Kellynch Hall, miró a su hermano con seriedad y le dijo: "No quiero pensar en cómo va a acabar todo esto. Estoy segura que a estas alturas padre ya lo ha de saber ya".

"Personalmente lo que diga el viejo ni me va ni me viene, y dudo mucho que a él le importe cómo esté. Antes se moriría de la vergüenza".

"Y por esa misma vergüenza es capaz de pedirte que renuncies a la Policía o de movilizar a sus contactos para lograr que te despidan", comentó Woodrow, el marido de Aline.

Raleigh puso los ojos en blanco y replicó: "No sería raro que haga todo esto por su maldito orgullo; James resultó ser más problemático que yo, y eso que soy el menor de los ocho. Si James resulta ser el asesino de lady Erdgrave, el nombre de la familia quedará enlodada".

"¿Tú crees que lo sea?"

"Siendo franco, no. Quizás sea capaz de matar a alguien, pero no de ocultar bien sus huellas; la discreción nunca ha sido su fuerte. Sin embargo, no puedo descartar la posibilidad de que sí lo haya hecho dado su resentimiento contra la fallecida por haberlo rechazado".

Una aclaración de garganta interrumpió a ambos hermanos. La señora Morris, la cocinera y ama de llaves de los Elliot, anunció la visita del comandante Francis Corduroy, de la Special Branch. George se levantó apenas la ama de llaves le comentó que le urgía hablar con él, por lo que los tres se dirigieron hacia el salón vespertino, en donde los esperaba.

"¡Mi querido comandante Corduroy! ¡Cuánto nos alegra volver a verlo!", exclamó Woodrow jovialmente mientras estrechaba la mano del hombre de cabellos rubios y atavíos grises quien, mirando seriamente a George, le replicó:

"Milord Elliot, milady Elliot. Vine aquí a hablar con el inspector Raleigh sobre un asunto pertinente al caso Erdgrave".

"Puede hablar libremente, señor. La señora Morris es de nuestra entera confianza", respondió el aludido mientras estrechaba su mano.

Aceptando la invitación de Aline de tomar asiento, Corduroy fue directo al grano: Lord Bolton había ido para pedir su intervención en el caso. Sin embargo, Corduroy ya había sido advertido por lord Reginald Roxton sobre los intentos desesperados de Bolton en sacar a su hijo de la lista de sospechosos.

"Con toda la franqueza del mundo tuve que decirle a tu padre que, si bien la investigación está bajo mi mando, no podía retirar el nombre de su hijo de la lista de sospechosos. En especial si es para intercambiarlo con el hijo de Seymour De La Mountain, quien no está para nada involucrado en la situación", explicó mientras bebía un sorbo de té.

"¡¿Qué?! ¡¿Le pidió que intercambiaras a James por Phillip?! ¿Por qué?", inquirió George, visiblemente sorprendido ante aquella aseveración.

"Por lo que me dijo lord Roxton, él mismo le contó a tu padre que el viejo De La Mountain había referido a todo el mundo sobre cierto incidente en el Canadá".

"Oh, vaya... Todavía resiente a los De La Mountain", comentó Aline, pensativa.

"¿Los resiente? ¿Por qué?", inquirió el inspector con interés.

"Por lo mismo. Padre culpa a esa familia de haber humillado nuestro apellido al inducir todo el incidente y dejarnos mal parados".

"O sea que está buscando el modo de dirigir culpas a él y sacar a James al mismo tiempo de la lista", murmuró George.

"Lo que no entiendo es la razón de su miedo", añadió lord Elliot.

"Es evidente que sea su orgullo lo que lo está induciendo a esto".

"Quizás sea orgullo, como dices George, pero presiento que hay algo más. James tiene una reputación demasiado conflictiva; en cinco ocasiones lo han retado a batirse en duelos por asuntos de dinero y deshonor, en los que tus padres no intervinieron para nada. De haberlo hecho, era seguro que los criticarían. ¿Por qué ayudarlo ahora, sabiendo las consecuencias que implican esa intervención? ¿A qué se debe la desesperación de lord Bolton?".

Raleigh iba a decir algo cuando la señora Morris anunció la presencia de un par de visitantes.

"¿Quiénes?", inquirió Woodrow.

"El sargento Davis y la señorita Virginia Erdgrave, milord".

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Fuente de la imagen: Pexels



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