Nota de la autora: El presente relato está basado en una historia que publiqué hace unos años en Wattpad llamado "Zombie", uno que, por cierto, no he terminado por razones que no recuerdo ahora mismo.

¿Qué hora es ahora mismo?, ¿10?, ¿11?, ¿mediodía quizá? Bueno, supongamos que es mediodía. La fecha de hoy es el 23 de julio de 2020, según el calendario que tengo en la mano. En un día como hoy, estaría buscando a dónde irme a trabajar en el Starbucks que estaba en el Parque Hidalgo del Centro Histórico al mismo tiempo que celebraba a solas mi cumpleaños.

Eso sería en otros tiempos. Ahora la situación es distinta.

Estoy atrapada en la que fue alguna vez la Clínica Mérida. Llevo aquí unos tres meses a lo sumo; todos los días me la paso arriesgando la vida en busca de qué comer y beber, evitando que aquellos seres que alguna vez fueron personas me vieran y me ataquen.

Suena una locura, ¿verdad? Pues no lo es: En algunas partes de este recinto y en las afueras hay muertos vivientes. Zombies, como se les llama comúnmente. Ahí mismo los puedes ver: con sus atavíos de cuando habían fallecido, con las vísceras, ojos o hasta piel colgando de sus cuerpos; sus miradas perdidas se transforman luego en miradas de rabia, dispuestas a atacarte.

Los zombies de Guerra Mundial Z y Train to Busan serían dignos representantes de estas moles humanas. Su velocidad es tal que cuando menos te lo esperas se encuentran encima tuyo. Reflexionando bien, ¿quién diría que el jodido coronavirus fuera el temido virus zombie de las películas?

Con un suspiro, me levanto de la cama, tomo mi mochila y me acerco hasta la ventana que daba a la calle. Desde ahí podía ver a unos cinco zombies varados ahí, "mirando" de un lado a otro. No creo poder cargarme a todos, siendo honesta... Pero debo intentarlo.