En una comarca bañada por los hermosos destellos del sol, todavía se rumorea los hechos de una leyenda mística sobre un hombre, que logró apoderarse de la corona maldita de este reino, pues todo aquel osara portarla recibiría el odio vengativo de miles de dinastías.

La historia cuenta que las casas más poderosas de Amarant rivalizaban con caprichos y engaños el control del reino, pues el adquirir más poder era parte de ellos; una sed que no se podía controlar. El rey Vincent agonizaba por una terrible enfermedad, el reino estaba débil y la amplitud de ideas ponzoñosas se extendía cada vez más.

La guerra de sucesión no tardó en aparecer, pues el monarca no dejó descendencia que continuara con su dinastía y solo había hermanos y primos para obtener el poder. Los Coppola era la familia con más probabilidad de obtener la corona. Los rumores de su violencia y ojo viperino para conseguir lo que querían eran ciertos. Eran timadores, falsos, astutos y perspicaces, querían la corona para incrementar el poder de su casa y tener a sus enemigos a sus pies.

El más apto para obtener este triunfo era Aurelius; joven, pero intrépido, gallardo con las armas y con las palabras y verdadero oponente difícil de evadir cuando se le enfrentaba. Dicen que más que por ambición, quiso la corona por amor, pues estaba comprometido con la bella Lorenza, hija de los fieros leones de Castia; un linaje poderoso al que Aurelius nunca temió enfrentar, pues él quedó cautivado con los cabellos negros y rizados de Lorenza; tan brillantes y hermosos como el azabache. Sus labios carmesíes eran como dos ríos de alabanza al alba y sus ojos como dos lagunas a los que te podías perder si perdías el sentido.

Como un siervo a su señor, quedó rendido. Y como un destello de esperanza que se pierde en las tinieblas se desvaneció ante la belleza de aquel ángel que le robó el corazón y lo llevó al cielo. Haría lo que fuera por ella, hasta mataría incluso si la corona no estuviera a su alcance. Quería obtener la corona para demostrarle al mundo que su ambición fue más poderosa que su rencor.

El rey Vincent estaba cada vez peor, los sacerdotes lo bendijeron otorgándole gracia para pasar al otro mundo en paz, pero la gente cuenta que quien haya portado la corona una vez, su alma queda atrapada dentro de la estructura de oro y hierro que la conforma, convirtiéndose así mismo en una entidad de odio y rencor.

Para honrar y purificar la muerte del rey Vincent, los candidatos a la sucesión debían superar una fuerte prueba. Debían ir a la montaña nubosa y matar al oso plateado que habita allí, y traer en un recipiente elaborado por los clérigos su sangre, para que al momento de la cremación del cadáver del rey sea bañado antes de ser purificado por el fuego.

En esta tarea también se encontraban Orlando; de la casa Vestes. Rogelio, de la casa De Rosa y Michelle, de la casa Legrand. Todos imponentes, avaros e intrépidos, ansiosos por obtener la corona y en sus manos todo el poder de Amarant.

Partieron una mañana a caballo en dirección hacia la montaña nubosa. Durante el camino, Aurelius analizaba a sus oponentes, cubriéndose las espaldas con suma perspicacia. El compañerismo hipócrita paulatinamente se convirtió en traición cuando Orlando dio la primera estocada a Michelle. Le sesgó el rostro y lo dejó tirado al pie de la montaña.

Aurelius fue sorprendido por Rogelio, quien intentó emboscarlo mientras circundaba por el bosque lleno de niebla de la montaña. Pero Aurelius fue más rápido y evadió sus ataques, le hirió el brazo y lo dejó en el suelo para que se desangrara. Avanzó, exploró el lugar casi imperceptible a la vista para encontrar al fantástico animal, pero en vez de ello se topó con Orlando quien se le acercó con intenciones de atacarlo.

Ambos oponentes se pusieron en guardia. Orlando intentó herir con estocadas a Aurelius pero este era más ágil que él. Con un estilo lleno de gracia, Aurelius logró desarmar a su oponente, dejándole allí tirado como un perro indefenso, pero Orlando no se rindió e intentó atacar a traición a su oponente, sin embargo, una flecha en el cuello impidió su cometido matando a Orlando en segundos.

El autor fue Michelle, con el rostro rasgado y lleno de rabia acabó con su primo, luego preparó otra flecha para asesinar a Aurelius, pero este fue salvado por una criatura enorme de color armiño: El oso plateado. La criatura después de acabar con Michelle se fue con Aurelius, pero no para atacarlo sino para mirarlo a los ojos. Estos eran como dos zafiros que mostraban una visión, la cual también se reprodujo en la mente de Aurelius.

En ella vio su futuro como rey, ya anciano, junto con Lorenza como su reina. Pero estaba enfermo y decaía con dolor. A su alrededor había clérigos y cuervos que tomaron formas de aristócratas, que se deleitaban con su dolor. Aurelius se veía más anciano, sus ojos se tornaron azules como los del oso y, con cada odio que recibía de quienes querían sucederlo, fue convirtiéndose en polvo.

Se dice que Aurelius volvió al reino con la sangre del oso. Sus ojos se tornaron de otro color y su personalidad era más imponente y severa. Se convirtió en rey y se casó con Lorenza, el reino fue prospero durante su mandato, pero su cuerpo se consumía lentamente en un fuego azul. Pronto, la maldición derruía a su familia, sus hijos adquirieron rencor contra él y todas las miradas empezaban a destruirlo. Llegó a un punto de locura del cual nunca se recuperó, y tal y como pasaba en su visión, en su lecho de muerte, el fuego lentamente lo convertía en polvo.