Oscar era un muchacho tímido y le gustaba pasar desapercibido dónde quiera que iba. En la escuela casi nadie lo conocía ya que si había intervenido en clase una vez desde el séptimo grado era mucho.

Su maestra estaba pendiente de él, le hablaba mucho y trataba de enseñarle que las relaciones con sus compañeros le harían bien. Pero la maestra siempre tenía la misma respuesta de parte de Oscar, ya que él pensaba que el ser humano era un caso perdido y no valía la pena esforzarse por compartir con criaturas que no sentían amor por su planeta ni por sus iguales.

Todas las tardes después de clases, sus compañeros le gritaban cosas feas y palabras hirientes a Oscar. Por esta razón prefería pasar el tiempo libre metido entre sus historietas y sus replicas en miniatura de obras arquitectónicas.

Una tarde, mientras el sol se ocultaba entre el cultivo de girasoles de su familia, Oscar pudo notar que una luz fluorescente salía de la tierra. Le pareció extraño y fue a preguntar a sus padres pero estos habían salido con sus hermanos a la ciudad.

Oscar tomó una linterna y se fue despacio al lugar de donde provenía la luz. Se abrió paso entre los girasoles y al llegar la luz salía bajo la tierra. Con sus manos escarbó el suelo y cuando abrió un pequeño hueco quedó totalmente sorprendido al ver que eran huevos extraños que comenzaban a romperse.

El muchacho corrió a avisarles a todos, pero nadie le creyó. Los seres extraños que salían de los huevos eran invisibles pero dejaban una baba luminosa por todos lados. En cuestión de minutos Oscar pudo ver como deboraron los cultivos, destruyeron las ciudades, pulverizaron millones de personas y todo el planeta quedó hecho cenizas.

La tristeza del chico al ver que sus compañeros fueron pulverizados y que ya no quedaba casi nadie, que la desesperación y desolación se apoderó del planeta, se arrodilló y poniendo sus manos en la tierra gritó que los humanos todavía teníamos esperanza si nos dejaban vivir. Al terminar su oración entre lágrimas, pudo ver como un objeto volador no identificado se acercaba a una impresionante velocidad hacia la tierra y cuando estaba a una altura en la que Oscar pudo reconocer que era una nave espacial, una luz cegadora lo dejó inconsciente.

Oscar abrió sus ojos y respiró tranquilo ya que todo aquel terror había sido un horrible sueño. Se incorporó en su cama y al mirar sus manos estaban todas llenas de tierra negra de los cultivos.

Esta es mi entrada al Hispaliterario 5. Invito a participar a @chacald.dcymt a @nellyhope y a @ismaelgranados.