Cada uno con su prioridad

No entendemos con frecuencia a otras personas porque no compartimos las prioridades, pero es asombroso lo que algunas veces definen las personas como prioridades.

Es verdad no todo el tiempo podemos ser existencialistas, pero creer por ejemplo qué nos importa a estas alturas de la vida un color de camiseta o la marca de la misma se vuelve irracional.

Con seguridad, desde un punto de vista personal, si el tiempo regresara estaría en ese grupo de personas bien básicas, no tendría acumulados objetos que solo nos roban espacio.

La vida se trata de despertarse con alegría, de dar las gracias por qué existimos, de vivir por nosotros mismos y por los que amamos, entonces, cuando nos topamos con alguien que nos muestra una necesidad banal nos asombra porque definitivamente, o no ha aprendido nada de la vida, o no estamos en la misma sintonía.

Supongo que dejar ser es una mejor opción, así que en ciertos casos específicos coincido con callar o simplemente limitarme a responder lo que quieran escuchar, no por reprimirme, más bien por no acentuar polémicas inútiles, porque al final cada persona puede preocuparse por su mundo y lo que aspira o simplemente preocuparse por la marca que vestirá o la camiseta que llevara puesta.

Estos últimos meses, desde el año pasado para acá, la humanidad nos ha mostrado una cara diferente, en común pienso que hemos descubierto el valor real de la comprensión, de la tolerancia, la familia, aunque a veces fallamos o no hemos sido tan buenos, entendemos que el arrepentimiento verdadero y hablar con Dios nos permite tener una nueva oportunidad para cada día.

Siempre pasará que muchas personas tendrán prioridades diferente, pero cuando las prioridades se comparten entonces se conoce el amor verdadero, y no es solo el amor de pareja, se trata también de esa solidaridad que algunas personas pueden ofrecer ante las prioridades de nuestra vida, creciendo su mano amiga o quizá con su ayuda y ejemplo.

Aunque pueda parecer difícil no debemos esperar de las personas más allá de lo que vemos de ellas según sus prioridades, así por ejemplo alguien que no quiere salir de su zona de confort, jamás será compañía de nuestro viaje.

Regalemos quizá por cortesía un poco de nuestro tiempo, pero no perdamos la vida en detalles que ya nosotros superamos, cuando nos damos cuenta que una persona todavía vive en su infancia, o que se desvive por cosas que hoy en día no valen nada, si no podemos hacer que despierten, es mejor simplemente dejarlo pasar como si nada.