Milagro de vino tinto

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Recuerdo muy bien ese salón antes de las 7:45. Perfectos desconocidos intentando ignorarse, mientras la tensión en el ambiente podía cortarse con un cuchillo para pan.

Estaba destinado a funcionar, o a fracasar, pero al final del día, el vino tenía que ser protagonista.

Nunca antes había percibido yo la indiferencia tan condensada, con todas estas personas que querían estar en su mundo, y no querían saber de él. A lo mucho un par de mesas había intercambiado una o dos palabras para indicar donde estaba el baño, era caótico.

Todo fue así hasta que el vino decidió participar en la reunión, y pisó fuerte con su presencia. De pronto, se comenzaban a escuchar risas en el salón, resulta que aquella mágica bebida, encontró a un comediante escondido entre las sábanas de sus inseguridades, y descubrió entre los comensales un público maravilloso.

Justo veía al final del salón, aquel muchacho tímido, que con un par de copas solamente, se animó a conversar con una chica que llevaba mirando toda la noche, y sorpresa, ambos se entendían muy bien, otro punto para esa bonita botella de elixir para socializar.

Pero no todo puede ser miel sobre hojuelas, porque cada lado bueno, tiene su lado malo, y mientras todos parecía fluir de mejor manera, se empañaba un poco gracias al hombre de la mesa dos, que quiso recordar sus buenos años de boxeador con el mesero, que pacientemente lo observaba, deseando utilizar ese cinturón negro que se gano hacía solo un año atrás, pero no sucedió nada, porque los invitados no querían arruinar su noche, y detuvieron al pequeño clon de Rocky Marciano.

La hora de la melancolía no tardó en llegar tampoco. Las lágrimas comenzaron a correr en la mesa 2, recordando esos amores perros, que les hicieron tanto daño, pero que pidiendo otra botella, celebraban que ya se habían ido.

Los enamorados al final del salón, veían como el tinto se apoderaba de sus sentidos, y decidían terminar lo que empezaron en otro lugar. Todo mientras al otro extremo, alguien juraba fervientemente jamás volver a tocar una botella. Y justo en medio, una esposa regañaba a su esposo por posarse de copas, invitándolo a una inminente noche con el sofá en vez de la cama.

Todo gracias al vino, la noche ya pudo finalizar. Un éxito rotundo a mi manera de ver las cosas, porque vi más caras felices que tristes, y no hay porque alarmarse, las caras tristes también disfrutaron a su modo.

Noche lista, noche linda, será en otra ocasión, cuando vuelva a usar tu magia, mi querido vino tinto.