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Once upon a time there was a little girl, who used to hide inside the foliage of the Areca in the garden to draw without being disturbed. She used to believe that her green eyes were like that because of her habit of walking among the vegetation to be protected from the world. But... the girl grew up, learned a few things and She ended up loving cats as a part of herself, making her life adorned with green-eyed felines that meow when they see her coming...

Érase una vez una niña, que se escondía dentro del follaje de la Areca del jardín para dibujar sin que la molestaran. Solía creer que sus ojos verdes eran así por su manía de andar entre la vegetación para estar protegida del mundo. Pero... la niña creció, aprendió algunas cosas y terminó amando a los gatos como a una parte de sí misma, haciendo que su vida este adornada con felinos ojiverdes que maullan cuando la ven llegar...

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He learned that the world is green, that we feed on green, that we are born, grow and have children thanks to all the green that the earth gives us when it copulates with father Sun and is watered by the sacred water so that the elements explode in green life.

Aprendió que el mundo es verde, que nos alimentamos del verde, que nacemos, crecemos y tenemos hijos gracias a todo lo verde que nos regala la tierra cuando copula con el padre Sol y es regada por el agua sagrada para que los elementos exploten en vida verde.

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Had a son who also inherited the green gene to color her olive eyes, a chlorophyll child who loves the bush. She learned that we evolved within the green of forests and meadows. And that is why we feel peace and security surrounded by plants.

He realized that within the green, Mother Nature always puts red dots. And that in reality colors do not exist, like everything in the universe, colors are vibration -they are the reflection of the wavelengths of light- So, the Begonia on her terrace has the answer but she never explains it, she just gives it away.

Tuvo un hijo que también heredó el gen verde para colorear sus ojos aceituna, a un bebé de clorofila que ama el monte. Ella se enteró que evolucionamos dentro del verde de bosques y praderas. Y que por eso sentimos paz y seguridad rodeados de plantas.

Se dió cuenta que dentro de lo verde, mamá Natura siempre pone puntos rojos. Y que en realidad los colores no existen, como todo en el universo, los colores son vibración -son el reflejo de las longitudes de onda de la luz- Entonces, la Begonia de su terraza tiene la respuesta pero nunca la explica, solo la regala.

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This little girl has seen that her life has been filled with objects, some useful, others beautiful... Objects the color of her eyes, objects that shine, that accompany and illuminate. That bring memories, tangible gifts of past moments. Of stories and people who are no longer here, who live in the heart. Our green chakra -Anahata-... where emotions, compassion, trust and passion reside.

Esa niña ha visto que su vida se ha llenado de objetos, útiles unos, bellos otros... Objetos del color de sus ojos, objetos que brillan, que acompañan y alumbran. Que traen recuerdos, regalos tangibles de momentos pasados. De historias y gente que ya no están, que viven en el corazón. Nuestro chakra verde -Anahata-... donde residen las emociones, la compasión, la confianza y la pasión.

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But that little girl still has hope and dreams of a world of kind beings. She has worked to keep herself alert, happy and understanding. It has not always been easy for her, but she searched for something to help her and found an ancient wisdom. A discipline, climbing the Yoga mat to calm her anger at the destruction of her green world. Here she tempers her spirits in the face of the absurdity of politics, the dominant culture and injustices.
So, on a blanket like the grass in her childhood garden... she transforms herself.
Because she is convinced that the world changes only when we change ourselves.

Pero esa niña aún tiene esperanzas y sueña con un mundo de seres amables. Ha trabajado para mantenerse alerta, feliz y comprensiva. No siempre le ha sido fácil, pero buscó algo que la ayudara y encontró una sabiduría ancestral. Una disciplina, subir a la Yoga mat para calmar la ira que le produce la destrucción de su mundo verde. Aquí atempera los ánimos frente al absurdo de la política, la cultura dominante y las injusticias.
Así, encima de una manta como el césped del jardín de su infancia... se transforma.
Porque está convencida que el mundo cambia solo cuando nos cambiamos a nosotros mismos.

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Todas las imágenes son de mi propiedad / All pictures are my property.

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