Entre cuatro paredes de un viejo apartamento los pensamientos parecen ser infinitos, a mi lado una mujer que ni su nombre se, o tal vez ya olvide. Me siento en aquella cama que parece nunca tener descanso de mis aventuras. Salgo de la cama en busca de mis pantalones pero no los hallo, parece ser que la noche fue más salvaje que las tantas atrás, aun estando semidesnudo camino en pasos silenciosos para no despertarla y tener que regresar a la mentira de cada noche.

Mientras me preparo un trago sonrió con aquella picardía que refleja mi rostro en cada cita a ciegas con las tantas mujeres que han terminado entre mis brazos y el placer. Camino hacia el balcón el deseo de respirar aire puro mientras degusto aquel licor añejado como los recuerdos de un hombre enamorado de una bella mujer cuya unión se vio quebrada por la traición. Siento la brisa nocturna rozar mi rostro y es como aquel momento triste cuando te di la espalda y dije adiós. La luna llena me recuerda aquellas cartas y ramos de flores que a ti dedique y regale, pero más fue el deseo carnal que la fidelidad o la verdad del no querer o corresponder.

Aquella bella durmiente me toma por la cintura y besa mi espalda pidiendo regresar a la cama, sin ella saber que esa sería su primera y última noche conmigo; enamorarme no un riesgo que quería correr de nuevo. Sin negarme la tomo por la cintura dejando atrás aquel trago amargo y los recuerdos que no volverán. La noche fue muy candente como cualquier otra, así como el amanecer fue de despedida. Un gesto de agradecimiento y despedida en un trozo de papel como las tantas veces que lo hacía, algunas veces plasmado en una servilleta impregnada de fragancia.

Un café en la tienda de la esquina para pasar un poco la resaca de la bebida, y una hamburguesa para remediar las fuerzas perdidas de una noche movida para empezar a planificar el día o más bien la próxima cita. Abro la aplicación de citas y me encuentro aquellas bellas mujeres con sus tantos mensajes para mí, entre ellas una morena de ojos claros que llama mi atención, aunque las pelirrojas siempre han sido mi debilidad y a la vez un mal recuerdo de mi primer amor. Entre tantas preguntas rutinarias y una cita planificada me dirijo a mi apartamento sabiendo que lo encontraría vacío, mientras espero a que el ascensor baje reviso alguna que otra red social y comparto una foto de esas tantas que a ellas les gusta, una sonrisa con mirada fresca y un café expreso mostrando sencillez disfrazada de una pícara verdad, llevarlas a mi habitación. Al momento que el ascensor cierra las puertas diviso a una mujer pelirroja muy hermosa pasar, pero ya era tarde aunque intente parar el ascensor, ya este había cerrado y empezar ascender.

Simplemente lo deje pasar, subí hasta mi apartamento y me tome una ducha para luego beber un poco de whisky. Se acerca la noche, había pautado con ella una cena en un lujoso restaurante, como una forma de impresionarla y lograr lo que quería. Me puse uno de mis mejores trajes, zapatos muy lustrados color negro y mi mejor fragancia.

Pase por el hotel donde se estaba hospedando, era una extranjera que estaba visitando la ciudad, así que mucho mejor para mi, no iba a lidiar con enamoramientos, ella subió al auto y me dio un beso seguido de una sonrisa a la cual yo correspondí con más atrevimiento colocando mis manos en pierna y cintura mientras la beso. Ya estando en el restaurante le sujeto la silla como todo caballero y pido el menú para hacer nuestro pedido. De pronto veo a una mujer pelirroja a espaldas de mi acompañante, sabía que se trataba de aquella misma chica de esta mañana en mi hotel; pero no podía descuidar mi cita y perder la oportunidad de pasar una placentera noche.

Hablamos un poco de nuestras vidas hasta que todo se puso caliente cuando ella por debajo de la mesa coloca un pie en mi entrepierna, algo que me asombra un poco, entre todas las mujeres ninguna había sido tan atrevida como ella. De momento ella me dice que va al baño mientras yo pido la cuenta, me doy cuenta que la chica pelirroja está llorando, a lo que tomo mi pañuelo de bolsillo, me levanto de la mesa y se lo ofrezco, a lo que ella lo toma y agradece en el intento de devolverlo, pero yo amablemente le pido que se lo quede.

Lo que era obvio había pasado, una noche más de pasión y lujuria con el mismo final para todas. Ya era fin de semana y yo siempre lo tomaba de descanso, fui al gimnasio para entrenar un poco, luego a visitar a mi hija a casa de mi ex esposa para luego regresar al apartamento. Ese día estaba agotado, por lo que no quise manejar, tome un autobús para ir a ver una película esa noche. Mientras revisaba mi celular, el bus se detiene en una de las paradas, para mi sorpresa entre las personas que empezaron a subir estaba ella, la chica pelirroja de la noche pasada a quien le ofrecí mi pañuelo de bolsillo, ella me miró apenada y se acercó a sentarse al lado mío. Ella me agradeció por esa noche y pidió disculpas regresandome el pañuelo. Entre hablar lo que le pasaba esa noche ella terminó por aceptar mi invitación al cine, no tenía los mismos planes que con otra mujer la verdad, la miraba de una forma distinta, así como ella me trataba de una forma cálida sin dejarse llevar por lo muy atractivo que yo fuese.

Esa noche nos divertimos mucho, y fuimos a cenar al mismo restaurante donde ella con mucha curiosidad preguntó si estaba saliendo con alguien o si estaba casado, refiriéndose a que la noche pasada me había visto con una mujer, a lo que yo respondí que solo era una amiga que estaba de visita en la ciudad, ella simplemente sonrió. Entre copas de vino y una comida, le pedí que esperara por mí para acompañarla a su casa, fui al baño para arreglarme un poco y orinar, al regresar ella ya no estaba allí sentada, a lo que me sentí un poco decepcionado, hasta que me acerque a la mesa donde estábamos sentados y vi un papel con su nombre y un número de teléfono.

Regrese al apartamento para prepararme un trago de whisky y tomar mi celular para preparar mi próxima cita, en eso recuerdo el papel que tenía guardado en mi bolsillo. Quise enviar un mensaje pero de cierto modo tenía curiosidad por verificar que realmente fuese ella, por lo que no importo la hora, marque al número y al escuchar su voz sonreí aliviado, para luego desearle buenas noches e ir a dormir con el único plan de volverla a ver a ella una y otra vez, a nadie más que no fuese a quien ya no podía salir de mi mente.