The coin purse (El monedero) [EN/ES]
The coin purse
The jingle of metal coins can be heard. They come in various sizes and colors, with familiar faces and others not so familiar. They have different values, high and low, pretty and ugly, some old ones that smell bad and new ones that are a pleasure to carry.
Each metal circle has its own story, having passed through thousands of hands, white, black, and yellow. They have traveled thousands of miles, through various cities, rolling down cobblestone streets, dusty roads, and asphalt highways.
Some have been lost in forests and mountains, experiencing the eternal snow that lives on the peaks, the rivers that rush furiously through the mountains, valleys, and cities. They lie in dark caves, deep in the bowels of the earth.
In the seas, they have waited for many years to be rescued from the icy salt waters that slowly corrode the metal valuable for trade. Some wait and wait until they are lost in the depths of oblivion, their history fading among the particles of H2O.
The coins continue to jingle inside the purse. They move around in the dark space, waiting for the hand to take them out and carry some of them away from that place, which, for better or worse, has been their home, a sweet home. Always traveling from one side to the other within that space.
Suddenly, the movement stops. The hand that once put it in that dark and forgotten place enters again, searching every corner of the purse. The fingers cling like claws to what they have caught; the coin has no escape.
The little coin saw the light, that intense light that almost blinded it. Its eyes gradually adjusted to the brightness of the day. Suddenly, it felt itself falling from that hand to another. The loud movement frightened the coin, and it had no choice but to close its eyes and pray for a better fate.
After the violent movements and fears, the coin was thrown into a bag with more companions, each with a new story to tell. The little metal coin was welcomed by the others as if it were family. There was no discrimination based on color, numerical value, size, or the material they were made of.
After a long time, the coin felt at home, traveled everywhere, and met many hands, some strong, some small, of different colors, and many more. The little coin grew up in a family that often multiplied, sometimes diminished in a continuous cycle, but it was never alone, always accompanied, in the dark, in cold, hot, narrow, or wide places. It never ceased to be that coin that had a mission in its metallic life.
The coin purse was one of many homes where it lived and learned endless stories, tragic, joyful, optimistic, and unique experiences. The years forged it into the existence of experiences. Little by little, it grew older and shared its experiences with the new coins; it had become a wise metal.
After rolling around so much, through wallets of different materials and shapes, the coin was placed in a glass and wood case. The red suede was so soft, and the coin felt so comfortable, that it thought this was its heaven and eternal rest from coming and going through so many hands, from hearing so many stories from different voices. Now she was in that place watching life go by, and she felt very fortunate, she thought as she looked through the glass at her other metal companions.
The end
El monedero
Suena el tintineo de las monedas metálicas. De varios tamaños y colores, con caras conocidas y otras no tanto. De varios valores, altos y bajos, bonitas y feas, algunas viejas que huelen mal y nuevas que da gusto llevarlas.
Cada circunferencia de metálica tiene su historia, han pasado por miles de manos, blancas, negras, amarillas. Han viajado por miles de kilómetros, por varias ciudades, han rodado por las calles empedradas, caminos polvorientos y carreteras de asfalto.
Algunas se han perdido por los bosques, montañas, han conocido la nieve eterna que vive en las cumbres, los ríos que pasan furiosos por las montañas, valles y ciudades. Yacen sobre las cuevas oscuras, en lo más profundo de las entrañas de la tierra.
En los mares han esperado por muchos años a ser rescatadas, de las gélidas aguas saladas que van corroyendo poco a poco, el metal valioso para los intercambios comerciales. Algunas esperan, esperan, hasta perderse en el olvido de las profundidades, desvaneciendo su historia entre las partículas de H20.
Las monedas siguen tintineando dentro del monedero. Se mueven dentro del espacio oscuro esperando que la mano, las saque y se lleve a algunas de aquel lugar, que mal o bien ha sido como su hogar, un dulce hogar. Siempre viajando de un lado a otro dentro de aquel espacio.
De repente el movimiento se suspende, aquella mano que una vez la metió en ese lugar oscuro y olvidado, de nuevo entra escudriñando cada rincón del monedero. Los dedos se aferran como garras a lo que han atrapado, la moneda no tiene escapatoria.
La pequeña moneda vio la luz, aquella intensa luz que casi la deja ciega. Sus ojos poco a poco se acostumbran a la claridad del día. De pronto sintió como caía de aquella mano a otra. El estruendoso movimiento asustó a la moneda y no tuvo más opción que cerrar los ojos y rogar por un mejor destino.
Después de los violentos movimientos y temores, la moneda fue arrojada dentro de una bolsa con más compañeras, cada una con una nueva historia que contar. La pequeña de metal fue recibida por las demás como si fuera de la familia. No había discriminación, de color, valor numérico, tamaño o material por el cual están hechas.
Después de mucho tiempo, la moneda se sintió en familia, viajó por todos lados, conoció muchas manos, algunas fuertes, otras pequeñas, de diversos colores y muchas más. La pequeña moneda fue creciendo en familia, que muchas veces se multiplica, otras disminuía en un ciclo continuo, pero nunca estuvo sola, siempre a acompañada, en la oscuridad, en lugares fríos, calientes, estrechos o amplios. Nunca dejando de ser aquella moneda que tenía una misión en su metálica vida.
El monedero fue una de muchas casas donde hábito y conoció historias sin fin, trágicas, alegres, optimistas y de experiencias únicas. Los años la fueron forjando en la existencia de experiencias. Poco a poco se iba haciendo más vieja y compartía con las nuevas monedas sus experiencias, se había convertido en una sabia de metal.
Después de tanto rodar, por monederos de distintos materiales y formas, la moneda fue colocada en un estuche de cristal y madera, la gamuza roja era tan suave, y la moneda se sintió tan cómoda, que pensó que ese era su cielo y descanso eterno de tanto ir y venir por cada mano, de escuchar tantas historias de diferentes voces. Ahora estaba en ese lugar viendo pasar la vida, se sintió muy afortunada, eso pensó ella mientras miraba desde el cristal a las otras compañeras de metal.
Fin
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Edited by Rincón Poético.
The text of this post was originally translated from Spanish to English with the translator DeepL
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