No sé dónde estoy, me siento perdido y camino sin un rumbo, no sigo a nadie. ¿Qué habrá pasado conmigo? Estaba bien, me sentía cómodo y protegido, pensaba que ella me amaba, que tristeza tan profunda.

Siento hambre y sed, me acerco a unos humanos que están reunidos y los miro. Uno de ellos me devuelve su mirada y se acerca. Mi primer impulso fue alejarme un poco, pero él llegó con confianza y seguridad.

¡Hola perrito! –me dijo con una voz alegre. –¿Qué haces solo por acá? y miró alrededor, como buscando a alguien, pero yo sabía que no había nadie porque los vi alejarse, pero no podía decirlo.

Me quedé sentado, esperándolo, algo me decía que debía hacerlo y además para donde me podía ir, si estaba perdido y desorientado.

Llegó con agua y bebí como un desesperado, mi lengua no dejaba de moverse, que rica, me la tomé toda. ¿Y ahora qué?, pensé

Me puso una correa que traía en la mano y yo mansamente lo dejé hacer.

Entré con él a un lugar donde había muchos humanos, que se movía de un lado a otro y me llevó directo a una que estaba sentada. Hablaron y ella tomó mi correa, yo solo la miraba a los ojos. Me acarició la cabeza, ese gesto de cariño que yo ya conocía y que me gustaba tanto.

Y ella me llevó a su hogar. Allí conocí al gato

Ella me alimentó y me enseñó a que no podía hacer pipí y pupú por toda la casa. Eso le molestaba mucho, pero con paciencia, aprendí y así esperaba a que me sacara a pasear, algo que disfrutaba mucho, o lo hacía en un espacio en la cocina.

El gato se hizo mi amigo y jugamos brincando por toda la casa. Él es un poco loco y a veces me muerde y me clava las uñas, pero yo sé que no está molesto, que quiere divertirse conmigo, yo a veces lo revuelco y el sale corriendo haciendo un sonido, así como este ¡miauuu!, que me causa mucha gracia.

Yo sigo a mi humana para todos lados, no dejo de mirarla a los ojos y es que siento mucho amor por ella. Cuando sale de la casa y no me lleva, me desespero, lloro en la puerta, donde espero a que regrese. La soledad no me gusta, pero sé que debo acostumbrarme a estar con el gato, ambos nos acompañamos. Y cuando ella regresa a casa, yo corro, salto y ladro de alegría...es una fiesta de todos los días.

En la noche, ella se sienta a escribir y a escuchar música. El gato y yo la acompañamos, siempre a su lado, somos sus mejores amigos, fieles y cariñosos. Yo estoy seguro que ella nos ama mucho y que nos protegerá y cuidará por siempre.