CARMELIA Parte VI [ ESP ] @odedgran.art

¡Feliz y bendecida noche a toda la comunidad de hive! Hoy vuelvo con CARMELIA lo que me emociona mucho, por que debo confesarles que hasta el capitulo anterior todo estuvo planeado... pero que ahora todo será un completo experimento en que todos podremos disfrutar (incluyendome) de lo que ocurre en este mundo de forma más organica. Espero lo disfruten tanto como lo disfruto yo al escribirlo para ustedes <3

CAPITULO 6

Carmelia no supo cómo abordar la noticia.

¿Que no pudieron salvarlo? ¿Cómo era posible? La pelirroja pestañeó dos veces, hasta que se le humedecieron los ojos y con los ojos cristalinos no pudo siquiera moverse del sitio. La mirada se le apagó y el corazón empezó a latirle muy fuerte, Carmelia sintió que el tiempo se le paraba por un momento y que no podía escuchar, ni ver… Y casi en automático se abrió paso frente a Orfelia, que corrió tras ella intentando detener su trote.

Era evidente que del otro lado del planeta, en esa diminuta isla perdida de Tolahal, Elias había recibido una llamada significativa. Hacía la maleta con rapidez, sin siquiera avisar a los muchachos, pues tenía que volar al extranjero de inmediato.

En ese incomodo tianjin lo hacía mentalmente quitarse los cabellos, estresado, molesto y confundido, preguntándose por qué demonios cuando su vida iba tan bien, de pronto todo se iba declinando. Y es que se culpaba a sí mismo de tener tanta confianza sobre carmelia, sobre la poca estabilidad emocional y física que ella poseía… y le molestaba aún más que aunque él era el administrador de sus recursos, fuese Orfelia quien siempre tenía el control de las cuentas de la pelirroja… y ahora su fastidio debía verse taponado con la hipocresía de ser un buen primo, un buen hombre y un buen amigo para convencer a la peli azulada de que no le congelara las cuentas.

Sin saber como decirles la noticia a los muchachos, sin saber siquiera que le esperaba, el rubio se subió a un Uber cerca del hotel y pidió una carrera al aeropuerto. En el transcurso apagó su teléfono, no podía pensar en nada, ni en nadie que no fuese él mismo y el dinero que estaba en juego… porque como todos aquí sabemos, Carmelia no tiene miles… no produce millones, pero sus cuentas están repletas de billones que ninguna persona en el mundo quisiera perder.

Mientras él pensaba en esto, una llamada lo sorprendió, al observar el número de su amado prefirió colgar de al instante y apagar el celular. No se encontraba de humor para tener que explicarlo todo, su estabilidad financiera estaba en peligro. Llegó al aeropuerto en el ocaso, con los ojos hinchados de tanto dormir y llorar en silencio durante el viaje. Cuando el rubio salió del auto, unos rayos de sol maquillaron sus pestañas empapadas de su propio rocío, tras registrar su equipaje empezó los trámites del vuelo, que llevaron consigo una larga y tediosa espera, pero cuando acabó, solo tuvo que subirse al avión y contemplar la noche nublada, el paisaje marino de su bella isla y en donde había vivido tantos recuerdos, donde había tenido a sus mejores amigos, donde había ido por rumbas con su primo y en donde se había enamorado por primera vez… y había sido correspondido. Suspiró sintiendose un idiota ¿Podía hacer algo más? ¿Ponerse a trabajar quizá y olvidar que tenía una prima fabulosamente multi billonaria? Claro… eso sería ridículo de su parte, pues siempre le avergonzó no saber hacer nada, pero jamás puso empeño en aprender nada útil para su vida.

De un momento a otro, sin saber como, encendió su teléfono y ahora se encontraba recibiendo esas notificaciones que mostraban desesperados mensajes de Dopaedro e infinitas llamadas de su primo Millán y su amigo Jesús, cada uno intentando encontrarlo.

Sin embargo, aquí venía otra de sus inseguridades: simplemente por orgullo, no podía darles la razón. La razón en que Odriel había muerto y en que Carmelia se había desplomado por completo… seguro hasta el punto de no permitir que los médicos se llevarán el cuerpo de su amor, a penas en el inicio de un proceso horrible de descomposición.

-Esa bruja de Orfelia…- masculló Elias pasando a otro tema de sus pensamientos.

Resulta que Orfelia conocía a Elias como la palma de su mano, sabía de su viveza y de la toxicidad que él guardaba muy dentro, había visto la codicia y la tacañería del rubio y ella solo esperó el momento perfecto para volverlo loco, congelando las cuentas del mismo. Obligándolo a ser una persona que no era, viviendo con límites que jamás podría cruzar… porque Orfelia… esa nórdica es de piedra cuando se trata de finanzas y dinero en general, así sean tres rupias ella jamás permitiría que te gastarás más de lo que ella dice, por que lo que ella dice, siempre es la última palabra.

En el aeropuerto de Estocolmo ya era de mañana, unos fuertes rayos de sol azulado hacían brillar la melena del rubio que esperaba un uber que lo llevase directo a la estación del tren. La mochila le pesaba, al igual que los párpados. No había podido dormir nada durante el viaje, pues se sorprendió temiendole a Orfelia incluso entre sueños, por su carácter determinante y sus palabras hirientes que salían solas, casi siempre como balas rusas: punzantes en cada capa de tu ser y de tu alma como si la mismas fueran un cuchillo deslizándose por una capa endeble de mantequilla.

Se sacudió la cabeza levemente y a unos pocos minutos llegó su Uber, el paisaje de Estocolmo lo llenó de tranquilidad y luego el viaje en tren hacía Vasastan lo preparaba psicológicamente para ver a los ojos de aquella fiera hecha mujer.