Nadie se merece el cien por ciento de nuestra atención más que nosotros mismos. Puede sonar algo egocentrista esta idea pero es una realidad que debemos aceptar para evitar ser lastimados emocionalmente por otras personas y poder crecer como individuos tanto emocional como mentalmente. Esta idea no debe interpretarse como un acto de egoismo para no ayudar a otras personas, por el contrario debe entenderse como un acto individual para ayudarnos a nosotros mismos, es decir, no tiene nada que ver con el tema de la solidaridad y la empatía, podemos ser perfectamente celosos de nuestra atención más que para nosotros mismos y aún así ser solidarios y empáticos con otras personas, pero sería cuestión de celar también nuestro juicio para seleccionar a esos a los que vamos a atender.

A lo que me refiero específicamente es que muchas veces por querer ser solidarios con otras personas malgastamos nuestro tiempo, nuestra salud, nuestras emociones, nuestros pensamientos, en fin, nuestra atención en seres que no le dan valor a nuestra solidaridad y empatía. Personalmente tengo el pensamiento de tenderle la mano a cualquiera que lo necesite, pero de no haber una reciprocidad o lealtad en esa relación termino por tachar de mi atención a esa persona por más que se excuse o disculpe, para mi las oportunidades de demostrar la moralidad suceden una sola vez en la vida y no hay derecho a réplica en situaciones determinantes.

Así como un médico cirujano piensa con cautela por dónde va a pasar el bisturí y no perjudicar su carrera quitando una vida por mala praxis, de la misma forma las personas deberían evaluar cada situación de vida que incluya la participación de otros seres pues nuestra moral como seres racionales se pone en juego. Con esto me refiero a que muy pocas personas se toman con seriedad lo que otras hacen por ellos, por ejemplo, cuando alguien solicita a otro que le preste un dinero para suplir una necesidad o un inconveniente que surgió repentinamente no se le da el valor correspondido a esa acción, y la mayoría de las personas se hacen los desentendidos de esa deuda donde en muchas ocasiones no se paga ese dinero y cuando la otra persona necesita un favor ni siquiera existe la voluntad de ofrecerse a resolver un problema para por lo menos eliminar el cargo de consciencia de esa deuda adquirida. Al parecer a muchos no les pesa en absoluto la consciencia.

Quizás hayan otros como yo que se pasan su vida invirtiendo en el ser humano, y a pesar de las desilusiones siguen creyendo que las personas sólo actúan por instinto y no porque se detienen a razonar sus acciones. Muchos sólo actuamos por medio de nuestras emociones o instintos, pocos se detienen a razonar, y la mayoría de los que razonan lo hacen subjetivamente; es decir, son realmente muy pocas personas que actúan objetivamente basándose en las reglas morales y éticas del asunto, por eso he llegado a la conclusión esporádica de que no vale la pena desvivirse por otra persona que no valore nuestro tiempo y nuestros sacrificios. Pasa sobretodo en las relaciones de pareja en donde un sólo individuo se sacrifica y se entrega por completo por otro, y no es retribuido en la misma cantidad; aquí es donde entran algunos a decir que las cosas se hacen sin esperar algo a cambio, es cierto, pero no es excusa para hacer perder tiempo y emociones a otra persona si no estamos dispuestos a retribuir de igual forma lo que otros hacen por nosotros. En otras palabras, para construir una escalera o una casa debe haber cierta cantidad de agua, de arena y de cemento para que la mezcla sea óptima y pueda cumplir con su finalidad, de lo contrario si hay más agua que arena, o más cemento que agua no podrá haber una fusión aceptable y no podremos construir nuestra casa o nuestras escaleras.

Lo mismo puede aplicarse a cualquier otro tipo de relación en la que entregamos tiempo y emociones como por ejemplo con amigos o familia en donde muchas veces somos aprovechados por otros y malgastamos todo. Además con frecuencia ocurre que llega una persona que si merece de nuestra atención pero ya hemos botado todas nuestras energías a la basura con las equivocadas y nos encontramos vacíos y derrotados por dentro, es por eso que debemos centrarnos en atendernos a nosotros mismos como prioridad para poder invertir el resto en los demás, es decir, necesitamos constituirnos nosotros mismos para poder ayudar a otros, pero no significa que vamos a durar toda una vida sin ayudar a otros, y aunque muchos no llegan a trabajar y alcanzar sus expectativas durante su vida es necesario que sepamos colocar en una balanza nuestras prioridades y la de los demás antes de desgastarnos emocionalmente y terminar con nuestras vidas de manera trágica o vivir ignorando las necesidades de otras personas inmersos en nuestra propia burbuja ególatra.