Me causa gracia cuando observo a todos mis conocidos, algunos amigos, amigas, gente trabajadora, que hoy en día están emprendiendo en un negocio diferente al que tenían hace unos cuantos meses, por ejemplo me animé a escribir sobre este hecho tan peculiar cuando uno de mis amigos montó una promoción de charcutería en sus redes sociales y pensé a mis adentors: "Éste ya no sabe qué hacer con su vida, ahora y que vendiendo charcutería cuando hace unos meses era manicurista y pedicurista, y mucho antes vendía carne de res, y cuando lo conocí era barbero".

Es una gracia muy extraña porque te hace sentir entretenido como las personas no se deciden por algo, pero ese es un sentimiento a priori, es decir, en la filosofía kantiana este término significa un tipo de conocimiento independiente de la experiencia, y el término a posteriori es aquel que depende enteramente de la experiencia, por ejemplo, con respecto a mi amigo yo generé un juicio emocional cuando afirmé que mi amigo ya no sabía que hacer con su vida, y eso me generó un entretenimiento extraño que me causó gracia, pero luego reafirmé un hecho con mis conocimientos empíricos (Experiencia) que me causó cierta pena por mi comentario desmedido y mal pensado.

Quizás ahorita en Venezuela, existe una sensación con respecto a la palabra "emprendimiento" que no se sentía diez años atrás porque la situación económica que vivió el país desde el año 2016 y posteriormente la pandemia del Coronavirus hizo que las personas de alguna u otra forma se adaptaran a los cambios en su existencia, como los bajos salarios que no alcanzan para alimentarse correctamente y para que una familia pueda tener una vida digna o los despidos masivos en las empresas durante la pandemia que empujaron a las personas a trabajar sin depender de un ingreso fijo. La gracia y la pena se vuelven aún más extrañas cuando te das cuenta que un montón de gente joven está invirtiendo su tiempo en emprender negocios que no tienen ninguna base que les asegure su futuro económico, y una gran parte son personas con hijos que tienen una responsabilidad familiar y están caminando sobre una cuerda floja como los trapecistas del circo, la diferencia es que si caen debajo no habrá una malla protectora para salvarlos de la caída.

La pena es la que uno siente cuando hace comentarios que contienen juicios de valor a priori sin pensar en las repercusiones que existan o las causalidades que hayan llevado a ese hecho. Mi amigo puede ser interpretado como una persona que no sabe lo que quiere a priori, pero cuando lo analizamos a posteriori nos damos cuenta que las personas como él, sólo están sobreviviendo por un futuro mejor, y están adaptándose a la situación que le impone la vida que viven, el mundo que les rodea y las demás personas que influyen de manera negativa en su desarrollo como seres humanos. Al principio juzgamos la apariencia de las cosas porque no buscamos de experimentar los hechos que atraviesan esas cosas, sino que es más fácil observar y abrir la boca sin pensar.

Mucho se está comenzando a hablar de la empatía por las redes sociales porque los seres humanos nos hemos vuelto fríos y desgraciados, ya no nos importa lo que pueda atravesar el prójimo mientras nosotros estemos bien, quizás haya sido así toda la vida pero actualmente hay medios de idiotización masiva que mantienen a las personas en un estado de moralidad inmóvil. Hay tantos críticos de la vida ajena como delincuentes y corruptos, ya nadie piensa lo que dice sino que actuamos a priori en todo momento sin importar los hechos, ni los motivos por los cuales sucedan estos.