Tiempo, quien escapa de ti, estamos conectados como lo somos de bebés con el cordón umbilical.
Al separarnos de ese cordón comienza la cuenta regresiva, la cual no todos cumplen a una edad prevista, se cumple en todas las edades por que al nacer no sabemos cuántos días, meses o años estaremos en este plano terrenal.

El tiempo tiene sus bondades y desaciertos como todo; el tiempo de vivir y el tiempo de morir, esta es la realidad de la vida.
Realidad que no queremos concientizar como algo normal, nos cuesta hasta hablar del tema, son muy pocos los que se preparan para afrontar el tiempo de la muerte.

Quiero invitarlos a leer la historia de mi amiga Juana quien experimentó un tiempo duro de esperar lo que nunca llegó.

El que espera desespera

Cuentan que Juana era una mujer muy alegre y bella, con bastante familia. Doce hijos, 4 mujeres y 8 hombres todos hicieron su vida buscando diferentes caminos y otros se quedaron en el pueblo. Ella vivía cerca del puerto y disfrutaba ver las embarcaciones ir y venir hasta que la familia comenzó solo a irse sin venir.

El tiempo pasaba sin misericordia y Juana esperaba reunirlos nuevamente como antes, ella siempre estaba en el puerto esperando.

Cada semana llega un bote al puerto cargado de mercancías y pasajeros.

Y allí está Juana, vestida con sus colores preferidos esos que ella cree le suben su belleza, quiere verse bonita, para cuando bajen sus hijos y nietos, que ha esperado por años.
Todos los sábados se acicala con sus mejores trajes, y camina al puerto, sigue en su espera anhelada.
Camina bajo el sol incandescente que cada día deja la huella tatuada en su piel.
Ella espera no se cansa, aunque cada sábado al llegar la tarde regresa sola y triste porque esos amores que partieron años atrás no llegan, no hay noticias de ellos.

Pero ella espera.

Se imagina verlos bajar y correr hacia ella para abrazarlos y terminar con su triste soledad.

Este sábado Juana no ha llegado al puerto todos la extrañan, estaban acostumbrados a verla sentada mirar los arreboles y ver su figura algo encorvada sus pasos lentos y mirada esperanzada.

Hoy han llegado todos sus amores al puerto donde Juana dejó sus huellas de tanto esperar.

Solo que hoy ella no está, y aunque ellos lloren y pidan perdón por tanta ausencia, nos lo podrá escuchar.

Allá donde esté seguro los esperará.El tiempo no se detiene.

A dios Juana, así es la vida, cuando duermas para siempre todos vendrán te acompañarán y compartirán su valioso tiempo.

¡Pero tú no lo sabrás!

Te llego el tiempo que nadie espera, pero que siempre, siempre llega.

Tiempo gracias porque sigues adelante, no te detienes, avanzas, para que las cargas se aminoren y pasen.

Para poder olvidar tal vez con el último adiós.

No permitamos que las vicisitudes del tiempo cambien nuestra sonrisa en amargura, dar gracias por todo lo que pase así nos haya tocado vivir un temporal este debe ser nuestro norte.