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Los Demonios Del Demonio.

En lo más profundo del abismo del reino del infierno se encontraba ella, todos sabían quién era, pero nadie conocía su nombre. Poseía demonios propios, un enjambre de inquietudes y turbaciones que se arremolinaban en su ser como tormentas en el Caribe. Si es que los demonios tenían nombres, el suyo se había perdido en las brumas de la eternidad, más su presencia era inconfundible.

Demonios la perseguían a todos lados, pero no cualquier demonio atormentaba su día, eran los más sombríos del alma, aquellos que no se satisfacían con cualquier pecado. Estos demonios eran los que comen las almas desesperadas, las que no tienen salvación ni castigo, almas tan podridas que solo la oscuridad nace de ellas.

Dejarlos ir, es dejar que su propio tormento la ahogue, no soporta las voces de su propia mente, por eso prefiere los susurros de las sombras que la acompañan.

Todos dos días, cuando el reloj marcaba la hora preferida del rey de las tinieblas, ella junto a todos bailaban una danza de seducción que no conoce límites, una sinfonía de tentación, un tango pecaminosamente lento, de lujuria insaciable, una danza hipnotizante con un ritmo que jamás podrás dejar de oír, porque es el mismo ritmo de tu corazón.

En sus ojos, vivía el ardiente deseo prohibido, que al encontrarse con miradas electrizantes encendía el fuego de la pasión. Ella se movía al ritmo, una danza lenta y sensual que desafiaba la gravedad, donde cada roce es una chispa de éxtasis, y cada beso es un pacto sellado en los fuegos fundidos de su anhelo.

En un mundo donde los demonios eran conocidos por su maldad, ella era un enigma, una pesadilla dentro de una pesadilla, un reflejo oscuro de la naturaleza humana que acechaba en las sombras, esperando su próxima víctima.

Todos los que se le acercaban, eran consumidos por su oscuridad, eran devorados entre besos y caricias. Se perdían en el negro de sus ojos, sus cuerpos sin vida eran desechados por los esclavos que se encargaban de que no estuvieran en la mañana cuando ella despertara.

Durante un milenio, almas atormentadas buscaban consuelo en ella estas almas desesperadas, buscaban amor y solo encontraban silencio y desolación. Almas, que pensaban que su tortura finalizaría en sus brazos, y sus labios, que a pesar de que estaban en las tinieblas, ella sería su luz y descanso.

Durante mil años, todas las noches, al ir a dormir, tenía la misma pesadilla; estaba en el paraíso con su ángel amado, eran seres llenos de luz, almas que vivirán en la eternidad juntas, pero, la felicidad terminó el día en que fue traicionada por su ángel preferido, la acuso de bajar a la tierra con los mortales y besar al falso profeta del que todos hablaban. Fue humillada, y arrojada a los más profundo del infierno. Desde ese día, ella juró venganza.

Utilizó su cuerpo, y poder de seducción para reclamar su lugar en el reino del infierno. Se convirtió en una maestra de la manipulación y el engaño, y poco a poco comenzó a generar enfrentamientos entre los demonios.

Todo esto llamó la atención del rey de las tinieblas, quien al verla, quedo enganchado por su magnetismo y belleza. Un demonio que necesitaba a otro demonio para dormir en paz, para lograr aliviar el dolor y apagar las voces de almas atormentadas que le susurraban sus desgracias.

Dos almas que necesitaban paz, encontraron el paraíso en las tinieblas, en el negro de sus ojos, en los labios rojos que solo saben hablar de deseo.

Juntos, eran fuego y perdición, su amor hacía que el infierno fuera más caliente, que las noches fueran más oscuras. Su danza de media noche era escuchada por todos los que estuvieran dispuestos a oír como hacen el amor, las almas atormentadas, que en besos profundos y gritos ahogados de placer ascendían a su propia versión de paraíso.

Finalmente, se convirtió en la reina de las tinieblas y logró reunir a un ejército de almas atormentadas y demonios rebeldes que se alzaron contra el ángel traidor. En una batalla épica, derrotaron al ángel y lo destruyeron al arrojarlo a las profundidades del abismo, donde fue consumido por almas hambrientas que disfrutaban al castigar a los que pretenden ser ángeles, pero su alma es negra.

Ella, encontró un ángel que solo veía su oscuridad y aun así decidió hacerla la reina de sus tinieblas.

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