El cielo se derrama sobre mí. Giro la mirada hacia la lejanía de las nubes y veo que las gotas, todas, están cargadas de las malas ocurrencias de la gente.

Los espejos salpicados comienzan a aparecer, al igual que los rostros de personas regadas por el piso. La lluvia no se detuvo, pero los aguadores fueron, previamente, exhibiendo sus incompetencias.

Es que no son aptos para subir, permanecer, o alojarse, en el cielo. Sólo saben estar regados en el suelo, diluyéndose y el problema es que, son tantísimas almas, que es imposible no mojarse con las resignaciones de ser tan solo otra gota más que llueve.

Estoy empapado y comienzo a parecerme a ellos. Uno nota cómo la onda expansiva del aluvión desborda los reflejos del líquido donde nos estamos estancando. Además, para colmo, se forman olas diminutas, pero que como una horda enfurecida, va mojándole los pies a cautos y distraídos.

La furia de la lluvia no es una revancha. La ironía es que la única venganza por el aguacero, la ejecuta es el apacible arcoíris, que sonríe tenuemente refractando que la paz sólo necesitaba sacudirse un poco para ser visible.

Truena. Llueve. Todo alguna vez se inunda. Es imposible no volverse uno con el lodo cuando los Dioses o el Diablo discuten las propiedades de las nirvanas, pero uno puede decidir convertirse en arcilla cuando termina la turbulencia.

Yo no estoy acá para ser otra gota más, mantengo mi intento de parecer más el rocío que aún se sostiene y que, con elegancia, anuncia que hay que escaparse de las atmósferas que nos manchan de arenas movedizas.

La tierra se ha endurecido, pero estoy determinado a escapar. Me hundo y tengo pánico; dudo si debo moverme; pero pase lo que pase voy a luchar, así eso signifique que los intentos cavaron el hoyo de mi fracaso.

Sé que quieto, mi pronóstico habría quedado a la suerte, pero con prisa a estar presente en la próxima lluvia, tendría posibilidades de que yo sea la borrasca.

Aún atino mi vista hacia arriba y en la inmensidad del llanto que sucumbe y se abate desde mis tempestades, dejo que broten mis lágrimas para que el grito interno suene a la par de los truenos y nadie note, que incluso mi propio dolor se niega a ser una salpicadura más del cierzo.

No quiero ser corriente. Estoy en contra de esa corriente de ser más de lo mismo, me inundo con la ligereza de muchos comunes nominales que van condensando a tantos indisciplinados que no soportan las garúas de las galernas.

Y yo estando excesivamente húmedo, luzco y me siento agua sucia que va efervesciéndose en burbujas que intentan flotar, pero que simplemente explotan y se hunden. Yo al estar mojado, saco a relucir mi lado conformista y nado despistado, hasta que siento la gravedad írseme en contra cuando algún remolino me sopla desde el mistral.

Es imposible no sentirse anegado, confundido, uno de tantos muchísimos otras más que se derraman cuando el monzón va convirtiendo a los luchadores en sobrevivientes. Te vas a mojar demasiadas veces, porque nadie puede predecir el clima de la vida. Así que está en ti emerger, sostenerte hasta sobresalir. Puedes elegir no convertirte en otra de las miles de gotas que cedieron a ser lo que, sumiso o alborotado, va convirtiendo los rocíos en pantanos.

El cielo respira sobre mí. Si me ves ahora, pareciera que también me estoy precipitando, que tengo el agua hasta el cuello y que nada me arrastra a la más gélida cellisca. Sin embargo, yo he decidido guarecerme regado sobre el oxigeno que, tanto a otros como a mí, a veces nos falta, aunque es obvio que en cualquier desesperación, la brisa refresca los alientos.

---

---

ENGLISH VERSION

---

---

The sky pours down on me. I turn my gaze to the distance of the clouds and see that the drops, all of them, are loaded with the bad occurrences of people.

Splattered mirrors begin to appear, as do the faces of people strewn across the ground. The rain did not stop, but the water carriers were previously exhibiting their incompetence.

They are not fit to climb, to stay, to lodge, in the sky. They only know how to be watered on the ground, diluting and the problem is that they are so many souls, that it is impossible not to get wet with the resignations of being just another drop that rains.

I'm soaked and starting to look like them. One notices how the shockwave of the alluvium overflows the reflections of the liquid where we are stagnating. And to top it off, tiny waves form, but like an angry horde, they wet the feet of the cautious and distracted.

The fury of the rain is not revenge. The irony is that the only revenge for the downpour is executed by the gentle rainbow, which smiles faintly refracting that peace only needed to shake a little to be visible.

It thunders. It rains. Everything ever floods. It is impossible not to become one with the mud when the Gods or the Devil discuss the properties of nirvanas, but one can decide to become clay when the turbulence ends.

I am not here to be just another drop, I maintain my attempt to look more like the dew that still holds on and that, with elegance, announces that we must escape from the atmospheres that stain us with quicksand.

The ground has hardened, but I am determined to escape. I sink and panic; I doubt if I should move; but come what may I will fight, even if it means my attempts dug the hole of my failure.

I know that standing still, my prognosis would have been left to chance, but in a hurry to be present at the next rain, I would have a chance of being the squall.

I still look up and in the immensity of the cry that succumbs and falls from my storms, I let my tears flow so that the inner cry sounds along with the thunder and no one notices that even my own pain refuses to be one more splash of the wind.

I refuse to be ordinary. I am against the current of being more of the same, I am flooded with the lightness of many nominal commons that are condensing so many undisciplined who can't stand the squalls of the gales.

And me being excessively wet, I look and feel dirty water that goes fizzing in bubbles that try to float, but just burst and sink. Being wet I bring out my conformist side and even swim cluelessly, until I feel gravity going against me when some whirlpool blows me from the mistral.

It is impossible not to feel waterlogged, confused, one of many, many others that spill out when the monsoon turns fighters into survivors. You're going to get wet too many times, because no one can predict the weather of life. So it's up to you to emerge, to hold on until you excel. You can choose not to become another of the thousands of drops that gave in to being what, submissive or rambunctious, is turning dews into swamps.

The sky breathes on me. If you see me now, it would seem that I am also rushing, that I have the water up to my neck and that nothing drags me to the most icy cellisca. But I have decided to take shelter watered on the oxygen that, as much to others as to me, sometimes we lack, although it is obvious that in any desperation the breeze gives us breath.

Imagen de Dawn Rose en Pixabay

Imagen de Mizter_X94 en Pixabay

Imagen de Dawn Rose en Pixabay